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domingo, 21 de septiembre de 2014

Soy aburrida

   Queridos amigos, he sufrido un duro revés en mi vida que me ha puesto frente a una dolorosa realidad que, en el fondo, ya sospechaba, sin embargo eso no ha hecho que la confirmación sea menos dolorosa. Pues bien, esta triste realidad es la siguiente: soy aburrida. Lo sé, yo tampoco me lo creía al principio pero no he tenido más remedio que aceptar la evidencia, ¿que cómo he llegado a esta conclusión? os lo contaré.
   Todo empezó una aciaga mañana en que me encontraba trabajando en el museo, nada hacía presagiar la tragedia que se me venía encima cuando recibí un inocente whatsapp de Sara: "¿quieres que vayamos a la Vogue Fashion Night Out 2014?" (desde ahora VFNO). Sorprendida y encantada de que mi amiga me propusiera un plan diferente y muy atractivo, le pregunté en qué consistía y no pude más que aceptar el ofrecimiento; en seguida se me vino a la cabeza mi amiga Bea, a la que le encanta ir de tiendas y el cotilleo, así que se lo propuse a ella también que, entusiasmada aceptó de inmediato. ¡Cuántas víctimas sufriríamos un desengaño esa noche!.

   Nos registramos en internet para lograr nuestras invitaciones (que luego nadie nos pidió), nos pintamos como puertas, nos arreglamos buscando un estilo elegante pero casual, trendy pero vintage, sencillo pero estudiado... vamos, lo normal en estos casos, y salimos pitando a Madrid en busca del glamour y la aventura. La primera decepción fue que estaba lloviendo y la VFNO tiene lugar en plena calle, aunque luego resultó ser una ventaja porque no había quien diese un paso, si llega a hacer bueno nos habrían llevado en volandas por todo el centro de Madrid.

   Os ahorraré dolorosos detalles pero mencionaré que la noche se desarrolló, esencialmente, pasando de largo por las tiendas porque las colas salían a la calle, y no para comprar lujosos objetos rebajadísimos para la ocasión, ¡qué va!, sino porque en las tiendas regalaban cosas, en una una pulsera de goma verde, en otra una muestra de perfume, en otra servían gintonics (que seguro que a la mitad de la gente no le gustaban, pero eran gratis)... por la calle la frase que más se escuchaba era "vamos a ver qué regalan aquí", la cosa casi se tornó dramática cuando a una modelo que repartía globos, se la echó encima una marabunta enloquecida para hacerse con ellos, y no le deis más vueltas, eran corrientes y molientes globos sujetos con una cuerda, ¡la gente casi se pegaba por ellos!.

   Ya he mencionado que el proceso de puesta a punto fue muy estudiado y minucioso, cuando salí de casa me sentí espectacular, bella y estilosa, pero fue poner el pie en la calle Serrano y me deprimí enormemente: por todas partes había yogurinas vestidas de una manera que daría envidia a las blogueras de moda del Hola!, ¡con qué naturalidad!, y para una toledana de pura cepa, que cada vez que va a Madrid se queda con la boca abierta por lo grande que es todo, esto supuso que pasara de sentirme como Grace Kelly a sentirme como Paco Martínez Soria, sólo me faltaba la gallina debajo del brazo.

   Otro fallo fue que pensamos que "solo" íbamos a pasearnos y ver tiendas de lujo pirujo, y tal cual nos fuimos con muestra ingenuidad rebosando por cada poro, craso error pues aquéllo habría necesitado de una preparación digna de la más cruenta batalla: planos, información de los locales participantes, estrategia de ataque (la favorita por las yogurinas pijas era el asalto en abanico), obtención del material... este último punto es muy importante pues había una zona vip a la que sólo se podía acceder con la posesión de una pulsera negra (era casi como hablar del Santo Grial) cuyo modo de obtención sigue siendo un misterio para nosotras pero estamos seguras de que el nivel de clase y glamour no tiene mucho que ver, pues en el interior de la fiesta había grupos de crías gritonas que estaban siendo amonestadas repetidamente por los seguratas trajeados que vigilaban. Aquéllo fue como si hubiéramos ido a combatir a Vietnam en chándal y con un spray antivioladores como única arma.

   Total, con los pies destrozados de tanto andar, sin haber sido capaces de entrar en las tiendas para cotillear un poco lo que había, sintiéndome fea, vieja y paleta, y con un renovado desprecio por los adolescentes (¿no deberían haber estado acostados a esas horas?), tomamos la decisión más sensata: buscar un sitio abierto para cenar y volver a Toledo lo más rápido posible, que al día siguiente había que trabajar. A día siguiente en el trabajo, cuando todos me preguntaban cómo había ido, parecía que estaba contando una operación de apendicitis.

   Sin lugar a dudas, fui víctima del síndrome de la Puerta de Bisagra: las toledanas de pro, que paseando por nuestras bellas calles somos elegantes, sofisticadas, a la altura de las circunstancias y seguras de nosotras mismas, es cruzar la Puerta de Bisagra para ir a ciudades más grandes y nos convertimos en pueblerinas malvestidas, feas, viejas, encogidas y paletas. Pero la importancia del entorno es fundamental en esta patología, y al igual que en un entorno hostil los síntomas se agudizan, de vuelta a nuestro hábitat natural el síndrome se revierte, por ello al entrar en mi familiar ascensor con espejo de cuerpo entero, pude admirar de nuevo mi look con ojos más benévolos y me volví a encontrar delgada, estilosa y en la flor de mi juventud.... ¿¡por qué no pude sentirme así antes en la VFNO de las narices!?.

   La cuestión es que, me ha costado enfrentarme a la realidad pero la he aceptado: soy una provinciana, soy mayor (no mayor en plan vieja, sino mayor en plan "tengo responsabilidades y no me puedo comportar como una adolescente ni tampoco me apetece") y soy aburrida, ante un acontecimiento que muchos califican de legendario, yo sólo veo pegas, me aburro y sólo sueño con volver a la comodidad de mi hogar... o quizás no sea así, quizás todo el mundo se aburre igual pero no se atreven a reconocerlo, porque de la mayoría de personas que me narraron las maravillas de la VFNO cuando dije que iba a ir, al decirles el fiasco que había resultado todas respondieron con un escueto "ya...", ¿¡cómo que "ya"!? ¡¡ayer mismo me dijisteis que era la leche en pepitoria!!. O sea, que no se trata de que yo sea más aburrida que nadie, se trata en realidad de que yo soy sincera y lo digo, reconozco públicamente que todo ese postureo y presunto glamour es un tostón del quince, y me quedo más ancha que larga. 

   Ahí queda eso. El año que viene no me vuelven a engañar... a no ser que consiga la misteriosa y mágica pulsera negra.

   Con cariño: Mercedes

6 comentarios:

  1. Pues la verdad es que después de leerlo...el año que viene no me invitéis! Que con lo poco que salgo si algún día salgo un rato necesito que sea antológico;)

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    1. Lo nuestro es más de sentarnos a comer o que nos remojen en un spa... además de aburridas somos snobs y gordas en potencia.
      Lo fundamental es conocerse y aceptarse.

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  2. Jajaja entonces solo vienes el proximo año si consigo la pulserita dichosa??.... me suena a k te ha dado rabia quedarte fuera de la zona vip y ya la ves con malos ojos jajaja

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    1. Has captado la indirecta, ¡¡bieeeen!!... ya sabes lo que hay si me quieres llevar otra vez.
      Y sí, me ha dado rabia. Soy envidiosa por naturaleza.

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  3. El año que viene yo me apunto pero siempre y cuando llevemos una gallina debajo el brazo...Jajajaja

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    1. De la gallina te encargas tú, yo llevo las boinas y las maletas cerradas con un cinturón de cuero, que si no el look se nos queda incompleto.

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