Páginas

jueves, 2 de octubre de 2014

Consejos vendo...

   El otro día estaba en la peluquería, y la peluquera, a la que conozco desde niña, me preguntó si había salido este verano, le dije que sí, que había estado saliendo bastante y que, de hecho, seguía haciéndolo. También mencioné, así como de pasada, que el próximo lunes había quedado con mis amigas de toda la vida a tomar café, y que al estar casadas y con hijos todas menos una (¡¡hola Bea!!) ya veríamos por qué derrotero iba la conversación, que desde hace unos años salen a colación el percentil, el apiretal, la lactancia y los sarpullidos en el culito bastante más de lo que puedo soportar.... (¡¡Hola amigas!! A pesar de todo os sigo queriendo) Entonces (y aquí concluye el prólogo) la peluquera me dijo la frase elocuente y enigmática que ha suscitado esta nueva entrada: "Lo que tienes que hacer es echarte nuevas amigas"... ¡y se quedó tan ancha!.

   Y es que el tema de los consejos es controvertido y complicado. Como son gratis, la gente se siente muy generosa a la hora de repartirlos como si fueran panfletos anunciadores de una secta que promete felicidad de forma casi mágica, incluso a quien no los ha pedido (que es la mayoría de los casos). De igual modo, el receptor del consejo, dada su gratuidad, también está en el derecho, por su parte, de no hacer maldito caso si no le conviene. Así de aséptico. Pero no siempre es tan sencillo porque en ocasiones el consejo, de puro estúpido, hasta ofende: a mí me pasó que, hace algo más de cinco años, me encontré en una durísima y trágica situación familiar que no voy a detallar aquí, los que me conocéis ya sabéis a qué me refiero, los que no... os hubierais molestado en conocerme antes; el caso es que, mientras que yo estaba a lo mío, sufriendo mi pena sin meterme con nadie, me encontré asediada por varias docenas de consejeros espontáneos a los que no había llamado, con sus mejores intenciones, sus ganas de ayudar y su firme creencia de que, todos y cada uno de ellos, se encontraba en la posesión del secreto para mi rápida recuperación anímica, lanzaban consejos de forma indiscriminada, frecuente y, en demasiadas ocasiones, bastante desafortunada. 

   Como soy muy educada, y esto es mérito de mi mamá, en todo momento tuve claro que cada consejo nacía de la buena voluntad y los deseos de ayudar de la gente, de manera que, en vez de seguir mis primeros instintos y mandarlos a freír monas (ya he mencionado que no pienso usar tacos en mi blog) o algo más, me limitaba a sonreír, asentir y, en ocasiones, a musitar con desgana un "siiiii, claro, claro". Pero luego está ese otro rasgo que me caracteriza, a mí y a toda mi familia por ambas partes: el sentido del humor, rasgo que nunca me ha abandonado por duros que fuesen los tiempos y que, con toda seguridad, ha ayudado a que saliera de muchas situaciones difíciles. El caso es que, una vez sola con mi familia, los consejitos de marras nos han servido de chanza, burla y cachondeo, sobre todo por la estupidez, perogrullada o falta de originalidad de los mismos; porque mi padre insistió en que debía plantearme escribir un libro con todos los consejos que me habían dado, pero luego te pones a pensar y resulta que al final son sólo tres consejos que todo el mundo repite: "Eres muy joven, tienes que tirar p´alante", "esto es sólo cuestión de tiempo, date tiempo" y mi favorito, "tienes que animarte"... éste se quedó calvo pensando.

   Porque otra característica bastante desconcertante de los consejos es que suelen ser incompletos. Me refiero a que te ven mal, triste, de bajón, hecha un asco... y esa persona que te quiere y se preocupa por tí piensa: "¿qué podría hacer yo para ayudar a mi amiga a salir de su estado atribulado y sufriente?... ¡ya lo tengo!... le diré que tiene que animarse"; vamos a ver, a la conclusión de que tengo que animarme ya había llegado yo solita, no soy tan tonta, pero lo que no termino de ver claro es cómo demonios se hace eso, y menos en cuestión de un minuto, que parece ser que es lo que tú pretendes, decirme ¡¡anímate!! y ya está, por arte de magia empiezo a experimentar tal regocijo en mi interior que me salen arcoiris y unicornios por las orejas... ¡¡¡Seriedad, por favor!!! si vais a dar un consejo lo dais bien, con instrucciones concretas, números de teléfono, páginas web y piezas de repuesto si es necesario. Basta ya de perogrulladas y soluciones abstractas, porque eso no son soluciones, ¡me estás resumiendo la situación!.

   Porque el famoso "tira p'alante" es pelín impreciso, ¿p'alante dónde? ¿qué dirección es esa y por dónde se va?.................. el muy socorrido y neutro "date tiempo" o su variante poética "el tiempo todo lo cura" te deja un tanto frío, porque no se trata de una opción, el tiempo va a pasar y punto, y por supuesto que los sentimientos van a amainar, pero eso no depende de mí, es el cerebro solito el que se encarga de matizar la crudeza de unos sentimientos a medida que se toma distancia temporal.................... el "tienes que animarte", me parece que ya he expresado mi opinión de forma bastante precisa..................... y luego está lo que llevo oyendo desde que mis súper fértiles amigas (hola chicas, ¡un besito! ¡os quiero!) empezaron a tener el segundo crío (ya van por el tercero) y yo empecé a sentirme como un ewok en la tierra de los osos amorosos y a pasar demasiados fines de semana sin pisar la calle más que para comprar el pan: "tienes que hacer nuevas amigas con las que salir", ¡más candidatos al nobel!; de nuevo me estáis describiendo una situación pero no me dais ninguna solución, ¿cómo porras se hace eso? ¿hay sociedad protectora de amigas solteras abandonadas esperando adopción?, ¿me voy a un bar, me siento en la barra con un cóctel con sombrillita y cara de "llévame contigo, soy muy buena amiga, te seguiré a todas partes y te prestaré mi ropa"?, ¿se te ocurre alguien a quien presentarme que no sea la plasta de tu hija?... si tienes la solución, ¡¡dámela directamente!! ¡¡¡pero el problema ya lo conozco, no me lo repitas!!!.

   Como bien dijo en una ocasión mi buena amiga Bea M.: "en determinadas situaciones no hay nada que se pueda decir que sirva de algo, pero como la gente no sabe estarse callada, al final acabamos por decir tonterías"

   De manera, amiguitos, que, contradiciendo el sentido de esta entrada, os voy a dar un consejo: en caso de encontrarnos frente a una persona en crisis emocional, falta de salud o atravesando una situación difícil, si no os pide consejo lo mejor es que os abstengáis de dárselo, a no ser que podáis dar ayuda concreta y útil basada en el conocimiento total de la situación que atraviesa; en caso contrario, ayuda y se agradece mucho más, un abrazo, apretón de manos o limitarse a compartir un rato de silencio... lo digo desde la experiencia. Por eso quiero tanto a mis amigas, porque juntas hemos compartido muchos silencios más valiosos que mil consejos.

   Lo curioso es que ésto lo dice una que es muy dada a aconsejar, o que lo era antes de verme objeto de tanto consejo estúpido. Ya lo dice el refrán: consejos vendo y para mí no tengo.

   Así que, al próximo que me aconseje, agradeciendo de antemano la buena voluntad, le aviso que le voy a mandar a un lugar bastante feo, ya que fuera de este blog sí que digo tacos... y pueden llegar a ser bastante desagradables y variados.......... pero siempre de buen rollito, ¿vale?.

   Con cariño: Mercedes

No hay comentarios:

Publicar un comentario