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martes, 16 de diciembre de 2014

El bajón

   Bajón: dícese del estado anímico que se caracteriza por una tristeza profunda y sin motivo, por un hastío vital, una sensación de que todo va mal y nunca va a mejorar y un enfado general con la vida que provoca llanto irreprimible de ese con hipos y todo, pocas ganas o ninguna de hacer nada en absoluto, más mala leche que un cojo y unas ganas de matar en general que más vale que nadie se acerque a "intentar" consolarnos si en algo aprecia su vida.

   Y es que he estado de bajón, muy de bajón.... muchísimo, hacía tiempo que no tenía un auténtico bajón de los de libro, pero así es. Una puede estar satisfecha con su vida en general, tener cubiertas todas las necesidades básicas (hoy día eso ya es mucho decir), tener familia, amigos, actividades con las que disfrutar... pero eso se diluye con la llegada del bajón como se diluye una aspirina efervescente en una piscina olímpica: no tengo a nadie que me comprenda, estoy muy solita, no tengo trabajo, y encima me siento gorda y fea porque últimamente no me he echado la mascarilla del pelo y tengo los rizos que parezco una escoba espeluchá.

   El bajón es absolutamente irracional, de hecho yo creo que es también estacional, como la gripe, porque abunda en los cambios de estación, especialmente en el otoño, se ve que además de las hojas, también los ánimos e ilusiones se caen al suelo con la llegada del otoño. Cuando estás un poco baja de defensas, acecha y se va incubando unos días con pequeños detallitos amargos: que si me he pasado de la ralla y estoy engordando, que si vaya montón de puntos negros en la nariz, que si me he atascado en el estudio del inglés y no me centro ni a la fuerza, que si el tío que tonteaba conmigo ahora tontea con otra, que si se me va a acabar el paro y, por mucho que Rajoy se empeñe, yo no veo que esto mejore, que si fue, que si vino, que si.......... Y todas estas cosas, nimias, absurdas y casi anecdóticas por separado, no tendrían ningún efecto en el ánimo de una en condiciones normales, pero el bajón, astuto él, las va acumulando y macerando en barrica para que, en el momento que te pones a buscar un papel en el inmenso desorden (presuntamente desorden-ordenado) de tu despacho y no lo encuentras, sea la gota que colme el vaso y éste se desborde en forma de torrente de lágrimas desconsoladas y se alimente de forma voraz de cada mal recuerdo desde que echaste el primer diente hasta ese preciso momento.


   Una característica del bajón es que, igual que los resfriados, no tiene cura, hay que dejar que se pasen solos. Está absolutamente contraindicado que venga ningún alma candorosa a ofrecernos su hombro para llorar, y mucho menos a animarnos haciéndonos ver que tenemos muchos motivos para ser felices y que estamos mal por una tontería. Vamos a ver, ¿¡es que ni lamentarse sin sentido la dejan a una!?... y ya lo peor de lo peor, es cuando alguien te pide que le expliques el por qué del bajón, ¿¿cómo que por qué?? pues porque sí, ¡porque me da la gana enfadarme con el mundo!, ¿¿¡¡tan difícil es de entender!!??. Acudir al consuelo de una persona de bajón que no nos lo ha solicitado y tratar de animarla usando la razón, es tan sensato como darle besitos en una herida abierta a un enfermo de ébola para que se cure pronto... potencialmente mortal.

   Seguro que, si hay hombres leyendo, estarán ya pensando en la muy machista teoría de que el periodo tiene bastante que ver en estos estados de ánimo extremos, porque no somos más que un puñado de hormonas revolucionadas una vez al mes, ¿¡pues sabéis qué os digo!?............... que algo de razón tenéis. Porque las mujeres tenemos un mundo interior muy amplio y rico, tenemos unos sentimientos siempre a flor de piel, somos sacrificadas, compasivas, multitarea... pero nuestro estado de ánimo gira en torno a nuestros ovarios, por mucho que me fastidie reconocerlo; la vida de una mujer se centra en tres grandes periodos cíclicos: el pre, el durante y el pos.


   El bajón, igual que viene se va, no hay que hacer nada en particular, no tiene sentido forzarlo ni tratar de hacer que no pasa nada: si estás de bajón, estás de bajón ¡y punto!, lo mismo que no puedes evitar que venga porque es irracional, lo mismo que no puedes elegir cuándo te enamoras. 

   Yo ya he superado mi bajón... bueno, estoy en plena recuperación, todavía veo las cosas un poco gris marengo, pero la cosa va para arriba, como con el resfriado: zumito de naranja y una peli ñoña con la mantita de cuadros, ¡eso resucita a un muerto!.

   Con cariño: Mercedes

sábado, 29 de noviembre de 2014

Black Friday

   Como todos sabemos ya, por el empacho permanente de pelis americanas que vivimos, el pasado jueves, último de Noviembre, ha sido la fiesta de Acción de Gracias en EEUU; fiesta que, por más que busco, indago e investigo, no termino de entender en qué consiste más allá de que, porque unos colonos vestidos de negro hace algunos cientos de años se hicieron colegas de los indios, que todavía no sabían lo que se les estaba viniendo encima, cada año uno se junta con decenas de parientes que le caen bastante mal para jartarse a comer pavo, una cosa que se llama relleno pero que no está rellenando nada, una misteriosa gelatina roja que nadie prueba nunca, y posteriormente se regaña con la familia a la que no se vuelve a ver hasta el año siguiente... estas conclusiones las he alcanzado tras el visionado de horas y horas de series yankees, pelis y algún que otro telediario donde sale Obama indultando un pavo. 

   De momento no parece que vayamos a adoptar esa tradición (aunque yo no me quedo tranquila todavía), pero la que sí hemos adoptado ha sido la del black friday, que viene siendo básicamente que en EEUU, al día siguiente de Acción de Gracias, se conoce que para olvidar el disgusto de la cena del día anterior, o para bajar el pavo, todo el mundo se va de compras y se hace el mayor desembolso de dinero de toda la campaña de Navidad, de manera que los comercios pasan de estar en números rojos a negros otra vez, de ahí el nombre de black friday.... aunque me parece un acierto que no se traduzca, a mí me daría miedito ir al viernes negro, ¡¡nada bueno puede salir de ahí!!.


   Pues resulta que El Corte Inglés y sus malvados esbirros han cogido esta tradición desde hace tres años, no más, y prometiendo unas ofertas de escándalo y una oportunidad única para ahorrarnos millones de euros, promocionan el black friday con el fin de que nos volvamos locos y salgamos a gastar como si no hubiera un mañana, ¡pero esto no es todo!, resulta que estos genios al servicio del mal han convertido el black friday en cuatro días.... ¡¡cuatro días enteros!!. Yo es que con esto ya no puedo, vamos a ver, es que parecemos tontos en este país, como tenemos pocas fiestas propias, cada fiesta extranjera, preferiblemente yankee, que se nos cruza por delante, la adoptamos como si de un desvalido perrito callejero se tratase. Así que yo, con todos mis principios patrios por montera.... me fui de black friday


   A ver, que no era la intención inicial. Yo había quedado a comer con María y Mª José cerquita del centro comercial y, con la que estaba cayendo, no íbamos a andar por la calle y estábamos tan a gustito que decidimos ver cuan maravillosas eran las ofertas del famoso black friday

   Para empezar, se rumoreaba que en tooodas las tiendas del centro comercial había un descuento automático del 20% en todo, pero luego resulta que la letra pequeña está ahí y no es así: en todas hacen alguna oferta pero no en todos los productos, y el porcentaje... eso ya es otra cuestión; el caso es que un 20% es muy buen descuento si te compras un abrigo de 100€ o más, pero para una camiseta de 12€... la verdad es que no es para tanto. Pero hay que ver lo que es el ser humano, aunque te rebajen una cosa 2€ ya sales hinchada como un palomo y con la sensación de que has pillado el chollo de tu vida y que has sido más lista que todos los directivos de Inditex juntos. 

   El centro comercial ayer estaba hasta la bandera, las tiendas llenitas de gente, colas en los probadores, colas en las cajas, la ropa tirada por todas partes, las tallas... escasas, los dependientes desaparecidos en combate y con bastante mal humor (teniendo en cuenta que se ha ampliado el horario de las tiendas hasta las doce de la noche estos días, puedo imaginar por qué), niños correteando aburridos por todas partes, los padres chillándoles, codazos en tiendas y pasillos, cuarto de hora para pagar un triste bolso, encontrar una chaqueta ideal y que se queda a un precio estupendo con el 20% y descubrir que esa no entra en la oferta.......... Más que una tarde de compras con las amigas ¡aquello parecía Vietnam!. No obstante nos recorrimos todas las tiendas, miramos cada producto con tanto interés que parecía que estábamos tasando un Van Gogh, lo dimos todo y acabamos con las cabezas como tres bombos y las lumbares molidas, yo creo que en todo el rato que estuvimos paseando por las tiendas, cubrimos el equivalente a un par de etapas del Camino de Santiago. Ahora... ¡¡nos divertimos un montón!!. 

   Mi conclusión es que, al igual que muchas tradiciones extranjeras que adoptamos tontamente, el black friday es un camelo pero seguimos picando porque al español, lo que realmente le mueve, es el consumo desmedido y sin sentido. Conmigo que no vuelvan a contar, me niego a seguir más costumbres americanas que no van nada conmigo, me parece una soberana estupidez. Así que cuando termine este post en mi blog, me pondré mis jeans y mis hunters (que está lloviendo), iré al Mc Donald's a cenar un Big Mac con Coca-Cola, de postre un Sundae con chocolate caliente, y quizás me vaya al cine a ver la última de Denzel Washington con palomitas y M&M's, eso sí, que si no, no la disfruto igual, y tempranito a acostar que mañana hay maratón de Friends y CSI... ¡pero ni una sola americanada más, hombre ya!. 

   Con cariño: Mercedes

lunes, 17 de noviembre de 2014

Y me fui a ver el Pressing Catch

   El pasado jueves 13 de Noviembre me fui a Madrid a ver el espectáculo de la World Wrestling Entertainment, más conocida como WWE o Pressing Catch para los que se quedaron en los 90. Era el único espectáculo en España durante su gira europea y, por supuesto, yo estuve allí.

   La gran mayoría de mis conocidos y parientes ya eran conocedores de, como ellos lo llaman, esa afición mía tan peculiar, pero les sorprendió sobremanera el hecho de que me fuera a verlo en vivo y en directo. ¿Por qué?, ¿acaso a la gente le extraña que un aficionado al fútbol vaya al estadio a ver algún que otro partido de vez en cuando?, ¿o que alguien a quien le gusta la música saque entradas para un concierto?... no, ¿verdad? pues no sé por qué tanta sorpresa cuando saco entradas para el único espectáculo de la WWE en nuestro país que se celebra desde hace no sé cuántos años y que vete a saber cuándo se volverá a celebrar otro, y más teniendo en cuenta que se celebraba a 70km de mi casa. Es el segundo año consecutivo que me saco el abono para el ciclo de teatro clásico, he ido a ver el ballet de Julio Bocca, voy a Madrid a ver teatro contemporáneo y musicales con relativa frecuencia (menos de lo que me gustaría), cuando hay exposiciones (gratuitas o no) que me parecen interesantes voy a verlas... y a nadie le extraña, pero lo del Pressing a todo el mundo le sorprende, a la mayoría les hace mucha gracia, dicen que no me pega nada (¿qué concepto del aficionado al wrestling tiene el personal?¿cuál debería ser su apariencia o nivel cultural?) e incluso me han llegado a decir que pierdo mucho como persona... por supuesto este último comentario es en broma y como tal me lo tomé.

   Pero la cuestión de los tópicos, dudas frecuentes, orígenes de mi afición y razones por las que disfruto como una enana con el Pressing, las dejo para otro post. Mi intención hoy es la de contar, un poco por encima, algunos detalles y anécdotas del jueves.

   Llevaba anunciado desde principios de verano, primero en internet y luego por la tele (en Neox, que es la cadena que lo emite); aquí es donde empiezan las tribulaciones del aficionado al wrestling: ¿pero quienes vienen? porque, dada la naturaleza del trabajo de estos hombretones, no pueden informar del cartel completo porque nunca se sabe quién se puede lesionar ni tampoco deben revelar líneas argumentales futuras (sí amigos, el Pressing tiene argumento); y el caso es que barato, lo que se dice barato, no es, porque claro, hay entradas por 16 euros pero son de las que tienes el foco dándote en la coronilla y como que no compensa. Acabando el verano, y anunciando en el cartel a dos de mis luchadores favoritos (tengo así como quince), decidí que era una vez en la vida y había que ir. Desde el primer momento conté con mi madre, gran aficionada y la responsable de que me guste tanto, también mi gran amiga Sara se apuntó al carro y, para poder beneficiarnos del pack familiar (y porque los quiero con locura y sé que les encanta) también vinieron mis primos Gonzalo y Álvaro... además, si alguien nos hubiera mirado raro, podríamos decir con una sonrisa llena de paciencia "¡los niños!, qué gustos más raros tienen". El día que finalmente compré las entradas y las hube imprimido.... ¡¡casi me da un ataque!! ya era un hecho.

   Y el día llegó, y cuando llegamos al palacio de Vistalegre con hora y media de antelación, nos llenó de espanto ver que la cola del acceso que nos correspondía daba la vuelta a dos manzanas, nos tocó correr para alcanzar el final (afortunadamente aquello iba bastante rápido) y en ese recorrido comprobamos que la mitad eran niños de distintas edades, que muchísima gente (niños, jóvenes y adultos) iban caracterizados de algún personaje, algunos muuuuy bien, y muchísimos llevaban carteles en los que abundaba el consabido "-nombre de estrella de turno- Welcome to Spain". Lugar privilegiado en el ringside tuvieron bastantes niños en sillas de ruedas con sus familias, el detalle más tierno de la velada, estos niños suelen ser tratados de forma especial y conocen a sus héroes personalmente antes del espectáculo.

   Una vez dentro, lo primero ir al servicio (de cinco, tres éramos mujeres y ya se sabe), luego acercarnos al puesto de merchandising con el claro objetivo de adquirir algún producto oficial aun a sabiendas de que el precio iba a estar un pelín hinchado... pero cuando nos enteramos que las camisetas y las gorras costaban 30 euros y que una pulsera costaba 15 euros, me empezaron a parecer hasta horteras, ¡fíjate qué cosa! y me alejé de allí no sin mirar con cierta melancolía una máscara de oveja que lleva Eric Rowan, uno de los malos que más mal rollo dan............ ¡¡y ahora no me vengáis con que no os esperabais que me gustara un malo!!. De ahí al puesto de perritos calientes (¿cómo podía faltar algo tan americano en un espectáculo típicamente americano?), allí entablé conversación con una pareja que me dijeron que venían de Nueva Zelanda, estaban de viaje por aquí y aprovecharon, ¡muy salaos ellos!. De pronto se empezó a escuchar una música retumbando en el interior y gritos, muchos gritos, ¡había que entrar de inmediato! el ambiente se estaba calentando por momentos y sólo nos separaba de empezar a disfrutar la cola del puesto de refrescos, el mecanismo es el siguiente: haces una cola para pagar y que te den un ticket con el que te vas a una segunda cola, esa sí, para recibir tu bebida, pero el chico que despachaba las bebidas parecía de cámara oculta, se movía con una lentitud absolutamente pasmosa teniendo en cuenta que era un lozano mozo de veintipocos años, parecía que, más que Pepsi, lo que estaba sirviendo era nitroglicerina... ¡me daban unas ganas de practicar con él algunas de las llaves que íbamos a ver luego!. Pero el chaval nos atendió, le llevó su tiempo, nos acabamos los perritos antes, pero nos atendió y procedimos a entrar.
   Ni que decir que, a medida que se iba llenando el recinto, el ambiente iba a más, allí todos nos poníamos cada vez más nerviosos, pero a los que más se les notaba era a los niños más pequeños que acompañaban sus nervios con agudos grititos que traspasaban la cabeza como clavos... y ya he mencionado que había muchos niños, nosotros teníamos a tres detrás que no pasaban de los 8 años y que hablaban en unos términos que habrían avergonzado a un camionero, las madres que estaban al lado ni se inmutaban. En algunos momentos resultaba tierna su manera de animar: "¡ánimo campeón!", "¡vamos grandullón!, ¡no te dejes ganar!", "¡eres el mejor!".... lo cual hizo aun más turbador el hecho de escuchar a esas dulcísimas y voces infantiles gritando con toda su alma: "¡¡¡RÓMPELE LA CABEZA CONTRA LA MESAAAAAAA!!!".

   Durante la espera se pusieron vídeos de las estrellas de la WWE y también música, sin duda uno de los momentos más desconcertantes de la tarde fue cuando de pronto se escucha "dame veneno que quiero morir, dame veneeeeenoooooooooo....." de los Chunguitos...... ¡oye! ¡¡y que la pusieron entera!!, la cosa nos hizo un montón de gracia y Sara y yo nos pusimos a cantarla y bailarla allí mismo sin dejar de preguntarnos qué porras pintaban los Chunguitos en los previos de un espectáculo de lucha libre internacional.

   Con media hora de retraso, se apagaron las luces y salió al ring Lilian García, presentadora oficial de la WWE de origen hispano que se encargó de hacernos las presentaciones y comentarios propios... pero no de traducir lo que algunos luchadores decían cuando cogían el micro y se dirigían al público, que se hubiera agradecido porque, aunque una tiene un nivel (o eso pone en mi currículum), el escándalo y la mala megafonía me impedía enterarme más que de palabras sueltas. Aunque si el momento Chunguitos ya nos dejó pillados, el desconcierto culminó cuando Lilian García nos dice que ella vivió 8 años en España y que quería celebrar su regreso cantando todos juntos.... ¡¡y se arranca con Que Viva España a capella con estrofa y todo!! ¿qué hacer ante semejante situación? pues cantar y darlo todo como la que más. A la pobre Lilian le traicionaba el idioma de vez en cuando y tuvo su momento estrella cuando, para anunciar un combate de parejas entre las Divas (las luchadoras femeninas) anunció que habría un combate de pajeras... terminado el combate volvió a subir al ring muerta de risa y se disculpó por su error del que alguien le había informado.

   En conjunto, resultó espectacular ver a las grandes estrellas de la WWE, y cuando digo grandes, en la mayoría de los casos es literal... ¡¡¡menudos bicharracos!!!, ¡como para llevarles la contraria!. Cuando salió el primero, que en este caso fue Sheamus, el guerrero celta (o míster harina según los comentaristas españoles por lo blanquito que es), no me podía creer lo que veía ¡¡qué tamaño!!, a mi lado mi madre exclamó: "¡tiene los muslos como dos pilonos!", que cada muslo era como mi cintura de ancho, y el asombro iba a más a medida que iban saliendo luchadores, algunos por lo enormes que eran, otros por lo anchísimos, la mayoría por los cuerpos tan espectaculares... porque si algo caracteriza al wrestling es la cantidad de carne que queda al descubierto, eso y los calzoncillitos que por más tortazos que se peguen, más revolcones que se lleven, más saltos, patadas o estirones por parte del contrario que sufra el luchador de turno, ¡jamás se mueve un ápice!, mi madre tiene la teoría de que los fabrican ingenieros de la NASA, porque si no, no hay quien se lo explique
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   Genial el momento en que salió The Miz, el hombre que no tiene abuela, con Damien Sandow haciendo de su doble en plan payasete e imitando cada movimiento suyo; por lo menos, The Miz se dirigió a nosotros en español, un poco en plan Tarzán, pero se agradece que se esfuercen en llegar al público, solo que (como es el antipático de la WWE) se estrenó gritando ¡viva Barcelona! y de ahí en adelante siguió picando al personal, salieron los contrarios (los buenos) hablando también en español y aquello se convirtió en un pseudo circo en el que cada vez que Miz hacía un movimiento era abucheado y los contrarios le daban a él en las narices siendo vitoreados con cada movimiento... fue francamente divertido, ahí es cuando uno se da cuenta de lo mucho que tienen de actores los wrestlers y cuánto interactuan con el público.

   El combate estelar quedó para el final: el héroe americano por excelencia John Cena contra el traidor de la WWE Seth Rollins, Mr Money in the Bank, este último era abucheado constantemente, él ponía cara de no entender por qué e incluso replicaba al público; claro que cuando salió John Cena el recinto se venía abajo. Fue una lucha callejera, es decir, no hay eliminación y se puede usar cualquier objeto para agredir al contrincante, de hecho se usaron sillas, escaleras y John Cena partió dos mesas de madera... bueno, de aglomerado, pero mesas al fin y al cabo, las partió con la espalda de Seth Rollins; resultó espectacular y muy emocionante, incluso Seth Rollins en mitad del combate cogió el micro para increparnos por abuchearle y animar a John Cena, pero por supuesto, al final ganó el héroe Cena.

   En la WWE está muy definido quienes son buenos y quienes son malos, de hecho los malos se suelen comportar de forma cobarde, hacen trampas y, aunque de vez en cuando se salen con la suya, acaban por recibir su merecido. Pero yo no soy un niño y, aunque me meto en las historias como el que más, con lo que disfruto por encima de todo es con la lucha, el espectáculo en su conjunto, valoro a los wrestlers como profesionales por encima de sus personajes, y es por eso que entre mis favoritos se encuentran varios de los malos... claro que eso desconcertaba a los niños que nos rodeaban porque yo los aplaudía a todos, cuando salían y durante los combates, el niño de delante se giraba extrañado porque yo aplaudía y gritaba cada vez que había un buen golpe o movimiento, lo efectuara el bueno o el malo, seguro que pensaba "pero ¿con quién demonios irá esta?"..... el amor es complicado, ya te enterarás cuando seas mayor.

   Dos horas y media después, se encendieron las luces y comenzamos a salir, fuimos a cenar algo a un bar en frente y estábamos los cinco como si hubiéramos peleado nosotros... ¡derrengados!, con la voz como Sabina de lo que nos habíamos desgañitado a base de animar y abuchear, con la mirada perdida, la tosta de salmón convertida en una almohada ante mis ojos. Hicimos el viaje a Toledo en silencio la mayor parte del tiempo, de hecho mis primos se durmieron en el coche, y a la mañana siguiente mi madre y yo estábamos como de resaca......... ¡¡pero muuuuy contentas!!.

   Una de las mejores experiencias de mi vida, sin lugar a dudas, la disfruté como una loca, me metí en el ambientazo de lleno, lo dí todo, estuve a unos cuantos metros de muchos atletas a los que sigo y admiro, presencié en directo un espectáculo que no se parece a ningún otro que haya visto jamás y todo esto lo hice en compañía de algunas de las personas a las que más quiero... ¿Cuándo vuelven? ¡¡¡¡yo me apunto!!!!.

   Con cariño: Mercedes



lunes, 3 de noviembre de 2014

Relatos salvajes

   Ayer fui al cine a ver esta genial película. Me apetecía mucho verla pero ya me terminó de animar el hecho de que mi amiga Laura (un saludito nena) me escribiera para decirme que, viéndola, se había acordado mucho de mí y que me recomendaba encarecidamente que fuese a verla... una vez vista la peli, me alarmó un poco (teniendo en cuenta la violencia con que se desarrollan los acontecimientos) que alguien que me conoce se acuerde muchísimo de mí al verla, pero no estuvo desencaminada... sencillamente ¡¡me encantó!!, eso sí, no se la recomiendo a almas cándidas, estómagos sensibles ni románticos empedernidos, vosotros no lo entenderíais.

   
   Se trata de una serie de relatos, en apariencia sin relación alguna entre ellos, que sin embargo tienen un denominador común: todas las historias suponen una reacción desmesurada a un abuso reiterado por parte de alguien que se cree más fuerte hacia otro que aguanta en silencio hasta el infinito... pero no más allá, porque hay algo que, de pronto, hace saltar la chispa y provoca una reacción violenta y desproporcionada que a todo el mundo sorprende. Eso sí, al más puro estilo argentino, tan controvertida película está tratada con un sentido del humor muy sutil y muuuuy negro, negro-zaíno-medianoche-sin-luna-sobaco-de-grillo... pero la sala se partía de la risa, y yo la que más.

   Uno de los motivos por los que me ha encantado esta película, es que yo misma me he sentido muchas veces llevada al límite de mi paciencia que, aunque hay quien cree que no tengo, me rebosa por los poros... en caso contrario, hace años que habría salido en los periódicos, y no en los ecos de sociedad precisamente. Y es que hay muchas cosas, muchísimas, que me ponen (como diría mi abuelo) a dos dedos de la locura: no sé vosotros pero cada vez que voy a un centro comercial, supermercado o gran superficie con un parking cuyas líneas están bien claritas, blanquitas y delimitadas, y me encuentro un coche... o vehículo de cuatro ruedas en general (porque como ahora se ha puesto de moda comprar todoterrenos y pseudo-camiones para andar por Toledo o ir a Bargas), ocupando un sitio y medio o, mejor todavía, atravesado entre dos sitios en diagonal, ¡con un par!.... me entran unas ganas de sacar las llaves y dar un par de vueltecitas al coche mientras lo rayo con saña y remato con sendas patadas a los faros delanteros; porque conozco a quien lo hace siempre, aparcar en dos sitios, no destrozar coches ajenos, y lo hacen a propósito para que no les aparquen cerca y les rayen el coche... ¡¡pues toma dos tazas!! y el día que me haga con un bate de baseball, me lo echo a la guantera y ¡a hacer justicia!.


   Luego está una de las cosas que más odio en la vida: la ORA y sus controladores. Porque vale que son simples trabajadores, pero como dice Ricardo Darín en la película, "quien trabaja para delincuentes, se convierte a su vez en un delincuente", lo siento si algún cobrador de la ORA lo lee y se siente ofendido... ¡¡pero más ofendido se siente mi bolsillo después de años de pagar por aparcar en la calle!!, ¡¡por tener que buscar un parkímetro y pagar 20 minutos cuando sólo voy a tardar diez porque voy a la farmacia a por paracetamol, pero 20 minutos es el mínimo!!, ¡¡¡que yo ya pago mi impuesto de circulación para sacar el coche a la calle, la gasolina a precio de oro, mi garaje y la tarjeta de residente en Toledo para pagar el minuto a un céntimo menos que sin ella!!!... este abuso se solucionaría si la inocente ciudadanía se pusiera de acuerdo y en toda la ciudad, el mismo día a la misma hora, reventáramos todos los parkímetros a la vez, a ver cuánto tardan en reponerlos y, una vez repuestos todos, ¡repetimos!... a ver quién se cansa antes, si nosotros de reventar parkímetros o ellos de reponerlos. Insisto, necesito un bate de baseball.

   Y es que no sólo me dan ganas de matar las cosas relacionadas con el coche, también los pequeños detalles molestos del día a día: alguien que en el cine no para de consultar el móvil y conversar por el whatsapp, ¿para qué vas al cine? ¿tan importante es que no puede esperar dos horas? ¿se muere alguien si esperas a mandar el emoticono sorprendido hasta que acabe la película? porque el cine está oscuro y los móviles tienen luz, mucha luz, una luz cegadora y muy molesta que, los inocentes espectadores, vemos por el rabillo del ojo, aunque no queramos, y nos impide disfrutar de la película... así como los comentarios a voz en cuello, ¡¡que no me importa!! ya me hago yo mis propios comentarios, si eso. Igual que cuando quedo con algún amigo y se pone a escribirse con alguien mientras yo continúo con la conversación fingiendo que no me importa... pero es que no comprueba y lo deja, ni contesta al recado y punto, ¡es que se pone de conversación! y ya cuando se da cuenta de que me he callado, me mira y le digo "como no guardes el móvil ya mismo, me levanto, me voy y ya hablamos por whatsapp, que parece que me vas a hacer más caso" entonces soy una borde y tengo mal carácter... si tuviera mal carácter habría hecho lo que llevo deseando un rato: arrancarte el móvil de las manos y estrellarlo contra la pared... o reventarlo a golpes con el bate de baseball que llevo en la guantera... pero hay que ser pacientes y civilizados. ¿Y cuando en el teatro alguien se pone a toser como si fuese a echar los pulmones por la boca? pobre, bastante mal se nota que lo pasa, pero es que el otro día, el que tosía se estuvo haciéndolo más de diez minutos sin parar y sólo se decidió a salir de la sala a beber agua o toser a gusto en el descansillo, cuando medio patio de butacas se giró y le lanzó unas miradas que fijo le debieron acortar sensiblemente la vida... aunque no tanto como el bate de baseball de la guantera de mi coche.

   Me dan muchas ganas de matar un montón de cosas: los anglicismos sin ton ni son, la gente que pasa de quedar a tomar unas cañas conmigo pero me sigue en todito lo que pongo en facebook ¡y algunos ni me saludan por la calle!, los adolescentes que gritan por la calle cuando van en grupo, sólo superado por los adultos que gritan por la calle cuando van en grupo como si fueran adolescentes... la gente escandalosa en general, que la tecnología esté sustituyendo el contacto humano y la imaginación, el ansia de protagonismo, Gran Hermano, los que no tienen mi vida y mi tiempo en consideración a la hora de quedar y sólo quieren que sea yo quien me adapte, los que me miran con cara de pena o "esta tiene algo muy malo" cuando digo que no tengo novio y que tampoco me importa no tenerlo, la música electrónica y el reaggeton (¿¿cómo se le puede llamar música a eso??), la gente que manda whatsapp a las 7'30h de la mañana y los que no paran de mandar fotos y vídeos indiscriminadamente, las cadenas vía mail, facebook o whatsapp (que sepáis que si me mandáis alguna, seréis responsables de mi desgracia, porque no reenvío ni una sola), la doble moral, que cuando me encuentro con alguien en el súper me pregunte sorprendido "pero ¿qué haces aquí?" "cazar elefantes, no te j***", los que no paran de poner enlaces políticos en facebook (ya sabemos de qué pie cojeas, no sigas insistiendo), que se me cuelgue internet, que no entiendan mis sarcasmos y crean que hablo en serio, la tele-basura, la falta de profesionalidad, que el libro más leído en lo que va de década sea la trilogía de "Cincuenta Sombras", los que dicen "yo es que soy muy sincero" para ofender o faltar al respeto a alguien (sinceridad no está discutida con educación), las teleoperadoras que llaman a la hora de la siesta, los niños tiranos y maleducados, que no se hable con propiedad y, si yo lo hago, se rían de mí y me llamen sabihonda, los egoístas, que gane más dinero quien no sabe hacer la o con un canuto pero sale en un reality contando con quién se ha acostado o que es hijo de celebrity que alguien con una carrera universitaria, que a los famosos se les llame celebrities, la horterada del bilingüismo, la portada de los periódicos el día 23 de Diciembre con los ganadores de la lotería bebiendo champán, las espinas de los pescados, los abusones, que la gente no se exprese cuando habla y acabe por decir "pero ¿a que me has entendido? ¡pues ya está!", el doble rasero, que se recurra al insulto para defender una idea porque no se tienen argumentos, que las dependientas de las tiendas de ropa me llamen cari (¿cuándo he comido yo con usted para tomarse semejantes confianzas?), el feminismo agresivo que pretende convertir a las mujeres en hombres, las moscas, el postureo, las injusticias, las señoras mayores que se cuelan a codazo limpio, los que no saben de nada pero hablan de todo y, encima, sientan cátedra, que alguien a quien no veo hace años de pronto me invite a su boda, los prepotentes que se sienten en posesión de la verdad absoluta, los cortes publicitarios en la tele en mitad de una frase............... No hay bates de baseball bastantes en el mundo para hacerlo un lugar habitable para la gente de bien.

   En fin, podría seguir así dos horas más, y es que hay muchas cosas que despiertan en mí ese instinto violento y vengativo que clama porque le dé rienda suelta, pero podéis estar tranquilos, por el momento no pasaré a engrosar las listas de los psicópatas más brutales porque, a pesar de todo, soy pacífica, se me va la fuerza por la boca y porque, si algo nos enseñó la película que da nombre a este post, con la venganza uno se queda muy a gusto pero, al final, nadie gana, todo el mundo sale perdiendo de un modo u otro.

   Quisiera terminar con dos conclusiones: ved la película si tenéis la mente lo suficientemente abierta y sentís ganas de matar cada quince minutos; y .... ¡¡qué a gusto me he quedado!! pero me he dado cuenta que necesito un bate de baseball con urgencia.

   Con cariño: Mercedes

domingo, 2 de noviembre de 2014

Reto 1: no conseguido

   Hace unos pocos días propuse un reto: si al acabar Octubre alcanzábamos las mil visitas, haría una vídeo-entrada y la colgaría pero, aunque hay un buen número de visitas, no hemos llegado a las mil. Es cierto que era difícil pero... ¿qué sentido habría tenido proponer un reto fácil?. 

   De todas maneras, no desisto a la idea de los retos, me parece una idea muy divertida y quiero seguir con ella, solo que la próxima vez lo propondré con algo más de tiempo y, ¿quién sabe? quizás el precio a pagar sea más... elevado, ya veremos.

   Mientras tanto, para el próximo reto, que tengo intención de hacer para fin de año, acepto sugerencias, no del número de visitas a alcanzar, eso lo pondré yo (prometo que serán objetivos alcanzables) sino del precio a pagar... también acepto que quien quiera me proponga pagar él/ella el precio en caso de no conseguirlo, ¡no hay reglas establecidas! así que, si se os ocurre alguna idea divertida que no resulte dañina para mi integridad física y moral, ¡¡proponedla y a por ello!!

   Con cariño: Mercedes

viernes, 31 de octubre de 2014

La fiesta de los Santos y los cementerios

   Soy una asidua visitante del cementerio, por varias razones: la primera es que suelo ir a misa a la capilla de allí, me gusta mucho el sacerdote que la dice y los habituales ya somos como una pequeña familia; la segunda es que, después de la misa, me acerco a ver a los que tengo allí enterrados, que son unos cuantos y muy importantes para mí, me gusta hacerles una visita periódicamente; la tercera es que, aunque habrá quien definitivamente me tache de loca después de esta afirmación, me gusta mucho pasear entre las sepulturas, no por nada raro ni siniestro, sino porque me da mucha paz, se respira tranquilidad, sólo se escucha a los pájaros y los propios pasos, me encanta ver a las decenas de gatos que allí viven enroscados a los pies de los cipreses, también me gusta ese aire melancólico y romántico que desprenden los cementerios en general y el de Toledo en particular.

   Toda esta paz dura 358 días al año, porque la semana de la festividad de Todos los Santos y Todos los Fieles Difuntos, la paz y tranquilidad que se suele respirar en el cementerio, se ve sustituida por riadas humanas que van a cumplir con la muy española tradición de fregar las sepulturas y llenarlas de flores nuevas. Como yo soy muy tradicional, cumplo puntualmente con esta tradición y me desplazo al cementerio con mi madre, pertrechadas con cubos, trapos, escoba y cepillo de raíces para rascar el granito a conciencia... y como mi madre es muy cuidadosa, también lleva guantes para no estropearnos las uñas y (atención a esto) sendos delantales de flores para no mancharnos en exceso, la pinta que tenemos es bastante chocante, uno no espera ver en el cementerio a una mujer con guantes de goma y delantal de flores. Este año, además, me he comido yo todo el trabajo de frotar con el cepillo de raíces las sepulturas familiares, vamos que he dejado el granito más pulido que cuando las acababan de poner, eso sí, se me quedaron los brazos destrozaditos.

   Luego está la otra parte: reponer las flores y llevar nuevas. Desde que se inventaron las flores de tela, las sepulturas de nuestros seres queridos pueden lucir adornadas todo el año sin problemas, pero desde hace unos años han surgido unos seres malignos que han pervertido esta tradición y la han convertido en algo grotesco y abyecto, me refiero a las tiendas de los chinos donde, yo también debo incluirme, acudimos a comprar las flores de tela porque son más baratas y, al fin y al cabo, tampoco están tan mal... pero es al ver los colores y diseños de las flores, tanto sueltas como en centros o cruces, cuando nos damos cuenta de que el mal existe y está entre nosotros. ¡¡¡Cosas más feas y chillonas!!! verdad es que para gustos se hicieron los colores, pero ¿de verdad a alguien le gustan las flores fosforescentes? porque yo creo que la leyenda de los fuegos fatuos empezó por los brillos y reflejos multicolor de estas flores de los chinos, que se ven en la oscuridad... deben estar hechas con chalecos reflectantes reciclados, hoy he mirado directamente unas flores amarillas y casi se me caen las retinas... incluso. después de salir, caminando por el exterior junto al muro, en un punto más bajo hemos visto con profunda consternación (insisto: desde la calle) una sepultura adornada con unas rosas de tela color naranja chillón, ¡¡llamaba tanto la atención como la sirena de una ambulancia!!. Si, cuando me muera, mi familia me pone ese tipo de flores, me aparezco por las noches a aterrorizarles.

   En cuanto a la afluencia de público, esta semana da gusto pasear por el cementerio, parece la calle Alfileritos la víspera del Corpus: está lleno de gente que limpia, lleva flores o, simplemente, pasea para visitar a sus familiares fallecidos en su horizontal ubicación; el aire huele de maravilla porque no hay sepultura sin flores, muchísimas de tela, algunas preciosas y otras chillonas y desagradables, y un montón de centros, ramos y coronas de flores naturales carísimas y muy bonitas... total es solo una vez al año. 

   Pero lo que esta semana es un lugar que transmite paz, belleza, limpieza (mármol y granito recién lavado en románticas esculturas) y romanticismo, dentro de quince días se convertirá en un decorado de peli de Tim Burton: las flores frescas se habrán secado, marchitado y vuelto negras porque nadie habrá ido a regar las que vienen en tiestos ni a retirar los ramos y centros, las arañas habrán vuelto a comenzar sus telas en las cruces y ángeles de piedra, volverá a estar tan solitario como el resto del año y yo volveré a ver a los gatos campando a sus anchas entre las sepulturas polvorientas y a escuchar sólo los pájaros y mis pasos... ¡¡ME ENCANTA!!

   Feliz día de Todos los Santos.

   Con cariño: Mercedes

sábado, 25 de octubre de 2014

Reto 1

   Queridos lectores:

   En mi primer o segundo post (no me acuerdo) hice una sutil mención a un posible reto que iba a asumir, no dí más datos, entre otras cosas, porque me empezó a dar pereza, pero Sara y Esther, las más rencorosas y malignas amigas que se pueda tener (¡hola chicass!) no dejan de recordarme que tengo que hacerlo, y como mañana he quedado con ellas y me lo van a volver a recordar, pues lo pongo.

   No es nada del otro jueves, pero la idea era poner un objetivo de visitas y, en caso de alcanzarlo en el plazo propuesto, hacer un reto. Para empezar, y un poco como experimento a ver cómo pita esto, va a ser un reto un poco suavito, aunque desde que debería haberlo puesto, ya se nos ha echado un poco el tiempo encima: se trata de que, si al finalizar el mes de Octubre, el blog ha alcanzado las 1000 visitas, hago un vídeo post y lo cuelgo aquí, tema por determinar pero fijo que muy ácido. Ya sé que queda poco pero... imposible no es.

   Como digo, esto es sólo un calentamiento, prometo más retos más adelante... puede que más atrevidos, ya veremos de qué humor me coge.

   Con cariño: Mercedes

Cumpleaños

   Esta semana ha sido mi cumpleaños, concretamente el martes día 21 de Octubre, y he cumplido la redonda y desconcertante edad de 32 añitos. Porque yo digo la edad que tengo, por mucho que me repatee, paso de andar quitándome años, no sea que me pase como a aquella familiar de mi abuela que, un buen día, decidió empezar a quitarse años, cada año alguno más, y llegó a tal extremo que, un buen día, cuando alguien le preguntó su edad y ella respondió quitándose doce, esta persona le dijo "pues está usted fatal para los años que tiene". Es por ésto que prefiero apretar los dientes y reconocer mi verdadera edad para poder luego escuchar con alivio y regocijo que aparento solo veintitantos... mentira cochina, pero me encanta que me lo digan.

   La cosa es que, más allá de mis temas personales con esta ley natural estúpida de que cada año tengamos que sumar uno más, la gente no entiende mi sutil animadversión, ligero desagrado y absoluto asco en general por el día de mi cumpleaños; no por el hecho de cumplir, de verdad que no (como dice mi tía: mejor cumplir años porque la alternativa es peor), sino por el día en sí. No creáis que la cosa viene de cerca, desde muy pequeñita el día de mi cumpleaños me ha dado mucha pena... sí, como lo leéis, la palabra es mucha pena, no sé muy bien por qué, pero mis primeros coqueteos con la melancolía los tuve desde muy pequeña ese día en que todos te felicitan por algo que no tiene gran mérito: realmente tú no eliges nacer ni el día en que ocurre, la que hace el mayor esfuerzo y sufre durante horas es tu madre y, cuando la cosa se complica (como ocurrió en mi caso), es el médico el que tiene la gran responsabilidad de que eso acabe con éxito... tu único mérito para que te feliciten y te den regalos es mantenerte con vida hasta la fecha.



   Tal vez debería someterme a un psicoanálisis exhaustivo para conocer el origen de mis sentimientos negativos respecto al día de mi cumpleaños, pero no tengo dinero ni tampoco lo creo necesario, ¡sólo es un día al año! lo puedo soportar. Yo creo que todo debió empezar cuando era muy pequeña, la convención social dictaba que había que llevar chuches al colegio (porque entonces no había tanto celiaco ni alérgico a los frutos secos ni intolerancias a la lactosa) y celebrar una fiesta de cumpleaños con los amiguitos en la cual yo sería el centro de atención y la más agasajada.... ¡¡JA!!... lo primero es que una nunca invitaba a quien quería porque la mamá decide qué niñas deben ser tus amigas y las que no, además de corresponder a las invitaciones recibidas anteriormente por muy poco que me apetezca que venga esta niña que todos los días me tira del pelo en el recreo; en la fiesta de cumpleaños era inevitable que regañara con algún invitado de manera que solía acabar llorando o castigada... o las dos; luego parece que mi madre tardó unos cuantos años en llegar a la conclusión de que un piso era mal sitio para una fiesta infantil pero en mis tiempos no existía el Planeta Zeta ni las piscinas de bolas y, hasta que no trajeron un McDonalds a Toledo, tuvimos que apañarnos con un piso, pero claro, mi madre me responsabilizaba a mí de las trastadas de los demás niños así que cuando veía una patata frita espachurrada contra el parquet, me  regañaba y castigaba, cuando algún niño se metía en su armario para jugar al escondite y tiraba toda la ropa de sus perchas, me regañaba y castigaba, cuando algún niño pasaba corriendo junto a una valiosísima pieza de artesanía peruana y la tiraba al suelo rompiéndola en mil pedazos, me regañaba y castigaba a mí... ¡si es que no tenía aguante ninguno!... y al final siempre acababa llorando y castigada.


   Luego están los pequeños detalles como que te pasas el día contestando al teléfono y dando gracias, mientras enumeras tus regalos, por acordarse de ti a parientes que no sabías que tenías... nunca me ha gustado la conversación intrascendente. La pregunta eterna de ¿qué demonios de cara pongo mientras me cantan el "cumpleaños feliz"? nadie sabe mantener el tipo en esas situaciones, y cuando crees que ya se ha acabado y soplas las velas, alguien se arranca con el "feliz en tu día", "la chica excelente" y "los amiguitos de Parchís"... luego está lo de las velas, porque el alma llora un poquito cuando, por primera vez, tu madre no compra velas para tu flan de cumpleaños (no soy yo muy de tartas) porque como ya eres mayor... ese año encendí un mechero y me canté yo sola, triste ¿no?. Y es que es chungo el tema de los cumpleaños cuando te empiezas a hacer mayor porque alguien decide que ya no tienen por qué hacerte ilusión y que te aguantes con un regalo sin envolver, con un "te doy dinero y ya tú te compras lo que quieras" (que ahora mismo es la alternativa que mejor me va), y con un miserable whatsapp con el dibujo de una tarta con velas en vez de una llamada.... porque he alucinado con la sustitución del whatsapp por la llamada, es cierto que yo este año, por tratarse de un martes, he estado missing casi todo el día y a algunos de mis amigos se lo advertí, pero podría contar las llamadas que he recibido con los dedos de las manos, es cuanto menos sorprendente y desconcertante... aunque, sinceramente, no me importa demasiado.

   En resumen, yo creo que la razón principal por la que a la gente como yo no nos gusta nuestro cumpleaños, es el exceso de expectativas: esperas que sea un día increíble... y no lo es, esperas pasarlo en grande en tu fiesta... y acabas llorando o castigada o las dos, esperas recibir un montón de regalos geniales... y la mayoría no te gustan, esperas que te sorprendan con algún gesto que te haga ilusión... y para nada; y lo más triste: las llamadas de esos parientes que en tiempos te agobiaban, van dejando de producirse y ahora las recuerdas y echas de menos con mucha pena, todos los años recuerdo que la primera llamada del día era la de mi yaya cantándome "cumpleaños feliz" al teléfono y ¡cuánto echo de menos esa llamada!.

   Así que, queridos amigos y lectores: gracias por vuestras felicitaciones, a los que no me felicitasteis, gracias también, no lo tengo en cuenta. Fue un cumpleaños más, solo que menos decepcionante porque desde hace años reduje mis expectativas y así se hace mucho más soportable, lo más especial que hago es comer lasagna... ¡ah! y que sepáis que este año, además, me puse malísima con el estómago y pasé la mitad del día retorcida de dolor, ¿somatización? ¿karma? ¿justicia poética?...

   Y con el poco interés que tengo por mi propio cumpleaños, que nadie se ofenda si me olvido del suyo... no es mala intención, en realidad es por vuestro bien.

   Con cariño: Mercedes

jueves, 16 de octubre de 2014

Los cromos

   Ante el alarmante avance de los nuevos "juguetitos" electrónicos en nuestra sociedad, las necesidades que de ellos nos hemos creado y lo alienados que estamos por ellos, me escandalizo y espanto a partes iguales, sobre todo cuando veo niños que apenas levantan un palmo del suelo y ya saben usar un iPhone o una tablet mejor que yo (que no tengo ninguna de las dos cosas), cuando veo a los hijos de mis amigas acercarse meneando el pañal a la tele y tratando de cambiar la imagen con una pasada de dedo. Hablando hoy del tema con mi madre, he mirado a mi infancia con nostalgia y he recordado algo con lo que solíamos jugar y socializar mucho en aquellos años (y mucho antes también, que tampoco soy tan vieja), se trata ni más ni menos que de los álbumes de cromos. 

   ¿Recordáis cuando todo nuestro tiempo libre lo ocupaba la ardua tarea de completar el álbum?, cuando aparecía papá de trabajar con dos sobres de cromos, cuando los abuelos te decían que por haber hecho bien la tarea te iban a comprar un sobre, cuando pasabas las páginas una y otra vez henchida de orgullo por la gran cantidad de cromos pegados de forma impecable en sus recuadros blancos, cuando en el patio del colegio cogías tus cromos "repes" y manoseabas los de tus compañeros para cambiarlos en un favorable trueque para ambas partes al son cansino de las palabritas "sile, sile, sile, sile.... ¡¡NOLE!!" y he ahí la parte social de los cromos. Lo recordáis, ¿verdad? y seguro que ahora mismo vuestros rostros se hallan iluminados por una dulce sonrisa nostálgica... pero eso es porque no lo recordáis como lo recuerdo yo.

   Todo comenzaba con un gesto inocente: tu madre (o padre, o tío o señor de Cuenca que pasaba por allí) aparece un día por casa y al tiempo que canturrea un "mira lo que te he traiiiiiiiido" te entrega un álbum de la peli de Disney más reciente o de la Barbie (los chicos lo harían de fútbol, Bola de Dragón o similar) o de cualquier cosa que la diabólica mente de la industria siniestra del cromo sea capaz de imaginar; como yo era niña (y lo sigo siendo) me movía en una temática que oscilaba entre el azul pastel y el rosa más chillón. Aún recuerdo mi álbum de La Bella y la Bestia... ahí empezó la transformación.... y la pesadilla. 

   Para empezar, debe de haber una especie de contubernio judeo-masónico según el cual un cromo no se imprime jamás, de modo que lo de acabar un álbum es prácticamente una utopía, pero de eso no te avisan, tú crees que los hacen todos y te cuesta varios kilos de cromos repetidos (los suficientes para rellenar dos álbumes más... salvo el que nunca se fabrica) hasta que tienes que rendirte a la evidencia y dejar el álbum sin terminar. Al principio todo es ilusión, vas con tu álbum a todas partes como si llevaras un incunable, lo enseñas con ilusión... eso sí, lo enseñas tú, no dejas que nadie lo toque con sus sucios dedos arrugadores de esquinas, cada sobre viene lleno de cromos nuevos y los pegas todos, absolutamente todos, y un cromo repetido o dos son vistos como una inversión: "bueno, así lo cambio en el recreo"; pero pronto los inconvenientes se hacen notar: tú, toda perfeccionista, te dejas los ojos y le echas un pulso que ni para manejar una coctelera llena de nitroglicerina, con tal de pegar el cromo tan recto y exacto (porque los recuadros eran blancos y una leve línea de medio micromilímetro cantaba como un tubo de neón) que pareciese parte de la página, pero ahí estaba uno de tus amados progenitores que deseaban crear bellos recuerdos de infancia compartiendo valiosos momentos de actividades comunes... y pegaban el cromo de cualquier manera, es decir, no que lo hicieran mal o con descuido, ¡pero tú sabes que lo hubieras hecho mucho mejor! y un cromo ya pegado es inamovible, ni el hormigón armado es tan definitivo como el pegamento de un cromo; luego estaba el momento en que se te resistía la separación del papel de un cromo y, por descuido, hacías un movimiento fatídico que pegaba una de las esquinas del cromo en cualquier parte de la página... sudores fríos... los primeros tacos de la infancia... deseos de morir y matar.... tirabas con el mayor cuidado mientras te encomendabas a varios santos y lanzabas la oración más sincera que jamás hizo un niño, pero nada, la página se rompía y quedaba marcada para siempre.


   Luego está la famosa y anteriormente mencionada parte social de los cromos, que no deja de ser una introducción al mundo de la mafia, pues está salpicada de extorsiones, abusos de poder, chantajes, hurtos y engaños. ¿Os parece que exagero? ni mucho menos. El trueque de cromos primero es simple, uno por uno, pero existe un factor que al principio no se tuvo en cuenta: ¡el cromo blanco! se trata de ese cromo que suele ser una bella imagen de alguno de los personajes (Bella con una flor, Bella con un pajarito, Bella sola, la tetera, el candelabro poseído...) que sólo tiene función decorativa porque es transparente y no forma parte de ninguna escena... estos no eran necesarios para cambiar porque se podían usar para adornar cuadernos, de manera que si querías que alguna niña te cambiara un cromo blanco, estabas en su poder, y eso se traducía habitualmente en que te exigía dos, tres, cinco o incluso diez cromos a cambio del cromo blanco... y si te quejabas del abuso, como toda respuesta la niña te miraba con maldad y canturreaba "se sieeeenteeee", ahí tenemos el abuso de poder. Pedir cromos a cambio de ayuda para hacer la tarea, de salir beneficiado en algún juego del recreo o de cualquier objeto chulo de escritorio, fue nuestra primera toma de contacto con la extorsión y el chantaje. Intentar deslizar un segundo cromo debajo del que te van a cambiar o tratar de coger otro diferente al que has pedido en un descuido del propietario, es el primer escarceo con la estafa y el engaño. Y lo peor, cuando esa niña cruel se negaba rotundamente a cambiarte ese cromo blanco que a ti te falta (origen de todos los grandes males del mundo: los cromos blancos) y encima te mira con malicia y superioridad, es cuando te inicias en el mundo del hurto... ¡¡que me lo hubiera cambiado por un precio razonable!! se lo ha buscado ella.

   Y cuando, ¡por fin!, terminamos un álbum (en el supuesto de que se hayan impreso, por error, un par de cromos de esos que no se imprimen jamás) o lo damos por imposible y lo relegamos a un rincón de una patada, creemos que la pesadilla ha concluido... ¡pero no! porque ahí está tu padre (madre, tío, señor de Cuenca...) con una nueva pesadilla aun más aterradora, si cabe, pues ya sabemos el espanto que nos espera: ¡¡un nuevo álbum de cromos!!......... en  mi caso, acabado el de La Bella y la Bestia, continuó con Aladdín y ya nunca acabó... porque se hacían cromos de absolutamente todo. Algún día reuniré el valor necesario para hablar del tema con mi psiquiatra.

   Y eso que no he mencionado los cromos que venían en los chicles: se puso de moda un álbum de cromos de Chabel (¿os acordáis de la Chabel? la Barbie pero más pequeña y menos erótica), venían con esos chicles de fresa grandes como ladrillos que parecían hechos de arena del parque, y si completabas el álbum te regalaban una muñequita o complemento... o algo así, que tú creías que el esfuerzo merecía la pena, pero no; en mi clase casi todas hacíamos el álbum, comprábamos los chicles por toneladas, por supuesto no los consumíamos porque, además de ser muchísimos, a la semana estaban tan duros que los podrían usar los anti-disturbios para disolver manifestaciones; y al final, después de rellenar dos álbumes y medio, descubrimos con estupor que a todas nos faltaba el mismo: una Chabel vestida de blanco muy casual... ese cromo jamás se imprimió. ¡Fijaos el calibre del trauma que todavía me acuerdo!... en mi casa había chicles duros hasta debajo de los cojines.

   Es por eso que afirmo que los álbumes de cromos son la antesala del crimen organizado.

  De modo que: ¡¡Padres y madres que me leéis!!, no caigáis en la trampa... ¡proteged a vuestros hijos! proteged su inocencia, no permitáis que entren en un mundo cruel y depredador que sobrepasa sus jóvenes entendimientos, permitid que sean niños el mayor tiempo posible, avisad a otros padres; si algún despiadado pariente aparece con ese espantoso objeto con idea de convertir a vuestros pequeños en aprendices de Vito Corleone, arrebatádselo, placadles en el pasillo, ¡emplead la violencia si es necesario!... vuestros niños merecen que sus padres defiendan su felicidad con uñas y dientes. Las tablet, PSP, ordenadores, etc, son mucho más seguras... ya socializarán (y aprenderán la crudeza de la vida) cuando tengan edad de jugar al World of Warcraft en línea.

   Avisados quedáis.

   Con cariño: Mercedes