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domingo, 21 de septiembre de 2014

Soy aburrida

   Queridos amigos, he sufrido un duro revés en mi vida que me ha puesto frente a una dolorosa realidad que, en el fondo, ya sospechaba, sin embargo eso no ha hecho que la confirmación sea menos dolorosa. Pues bien, esta triste realidad es la siguiente: soy aburrida. Lo sé, yo tampoco me lo creía al principio pero no he tenido más remedio que aceptar la evidencia, ¿que cómo he llegado a esta conclusión? os lo contaré.
   Todo empezó una aciaga mañana en que me encontraba trabajando en el museo, nada hacía presagiar la tragedia que se me venía encima cuando recibí un inocente whatsapp de Sara: "¿quieres que vayamos a la Vogue Fashion Night Out 2014?" (desde ahora VFNO). Sorprendida y encantada de que mi amiga me propusiera un plan diferente y muy atractivo, le pregunté en qué consistía y no pude más que aceptar el ofrecimiento; en seguida se me vino a la cabeza mi amiga Bea, a la que le encanta ir de tiendas y el cotilleo, así que se lo propuse a ella también que, entusiasmada aceptó de inmediato. ¡Cuántas víctimas sufriríamos un desengaño esa noche!.

   Nos registramos en internet para lograr nuestras invitaciones (que luego nadie nos pidió), nos pintamos como puertas, nos arreglamos buscando un estilo elegante pero casual, trendy pero vintage, sencillo pero estudiado... vamos, lo normal en estos casos, y salimos pitando a Madrid en busca del glamour y la aventura. La primera decepción fue que estaba lloviendo y la VFNO tiene lugar en plena calle, aunque luego resultó ser una ventaja porque no había quien diese un paso, si llega a hacer bueno nos habrían llevado en volandas por todo el centro de Madrid.

   Os ahorraré dolorosos detalles pero mencionaré que la noche se desarrolló, esencialmente, pasando de largo por las tiendas porque las colas salían a la calle, y no para comprar lujosos objetos rebajadísimos para la ocasión, ¡qué va!, sino porque en las tiendas regalaban cosas, en una una pulsera de goma verde, en otra una muestra de perfume, en otra servían gintonics (que seguro que a la mitad de la gente no le gustaban, pero eran gratis)... por la calle la frase que más se escuchaba era "vamos a ver qué regalan aquí", la cosa casi se tornó dramática cuando a una modelo que repartía globos, se la echó encima una marabunta enloquecida para hacerse con ellos, y no le deis más vueltas, eran corrientes y molientes globos sujetos con una cuerda, ¡la gente casi se pegaba por ellos!.

   Ya he mencionado que el proceso de puesta a punto fue muy estudiado y minucioso, cuando salí de casa me sentí espectacular, bella y estilosa, pero fue poner el pie en la calle Serrano y me deprimí enormemente: por todas partes había yogurinas vestidas de una manera que daría envidia a las blogueras de moda del Hola!, ¡con qué naturalidad!, y para una toledana de pura cepa, que cada vez que va a Madrid se queda con la boca abierta por lo grande que es todo, esto supuso que pasara de sentirme como Grace Kelly a sentirme como Paco Martínez Soria, sólo me faltaba la gallina debajo del brazo.

   Otro fallo fue que pensamos que "solo" íbamos a pasearnos y ver tiendas de lujo pirujo, y tal cual nos fuimos con muestra ingenuidad rebosando por cada poro, craso error pues aquéllo habría necesitado de una preparación digna de la más cruenta batalla: planos, información de los locales participantes, estrategia de ataque (la favorita por las yogurinas pijas era el asalto en abanico), obtención del material... este último punto es muy importante pues había una zona vip a la que sólo se podía acceder con la posesión de una pulsera negra (era casi como hablar del Santo Grial) cuyo modo de obtención sigue siendo un misterio para nosotras pero estamos seguras de que el nivel de clase y glamour no tiene mucho que ver, pues en el interior de la fiesta había grupos de crías gritonas que estaban siendo amonestadas repetidamente por los seguratas trajeados que vigilaban. Aquéllo fue como si hubiéramos ido a combatir a Vietnam en chándal y con un spray antivioladores como única arma.

   Total, con los pies destrozados de tanto andar, sin haber sido capaces de entrar en las tiendas para cotillear un poco lo que había, sintiéndome fea, vieja y paleta, y con un renovado desprecio por los adolescentes (¿no deberían haber estado acostados a esas horas?), tomamos la decisión más sensata: buscar un sitio abierto para cenar y volver a Toledo lo más rápido posible, que al día siguiente había que trabajar. A día siguiente en el trabajo, cuando todos me preguntaban cómo había ido, parecía que estaba contando una operación de apendicitis.

   Sin lugar a dudas, fui víctima del síndrome de la Puerta de Bisagra: las toledanas de pro, que paseando por nuestras bellas calles somos elegantes, sofisticadas, a la altura de las circunstancias y seguras de nosotras mismas, es cruzar la Puerta de Bisagra para ir a ciudades más grandes y nos convertimos en pueblerinas malvestidas, feas, viejas, encogidas y paletas. Pero la importancia del entorno es fundamental en esta patología, y al igual que en un entorno hostil los síntomas se agudizan, de vuelta a nuestro hábitat natural el síndrome se revierte, por ello al entrar en mi familiar ascensor con espejo de cuerpo entero, pude admirar de nuevo mi look con ojos más benévolos y me volví a encontrar delgada, estilosa y en la flor de mi juventud.... ¿¡por qué no pude sentirme así antes en la VFNO de las narices!?.

   La cuestión es que, me ha costado enfrentarme a la realidad pero la he aceptado: soy una provinciana, soy mayor (no mayor en plan vieja, sino mayor en plan "tengo responsabilidades y no me puedo comportar como una adolescente ni tampoco me apetece") y soy aburrida, ante un acontecimiento que muchos califican de legendario, yo sólo veo pegas, me aburro y sólo sueño con volver a la comodidad de mi hogar... o quizás no sea así, quizás todo el mundo se aburre igual pero no se atreven a reconocerlo, porque de la mayoría de personas que me narraron las maravillas de la VFNO cuando dije que iba a ir, al decirles el fiasco que había resultado todas respondieron con un escueto "ya...", ¿¡cómo que "ya"!? ¡¡ayer mismo me dijisteis que era la leche en pepitoria!!. O sea, que no se trata de que yo sea más aburrida que nadie, se trata en realidad de que yo soy sincera y lo digo, reconozco públicamente que todo ese postureo y presunto glamour es un tostón del quince, y me quedo más ancha que larga. 

   Ahí queda eso. El año que viene no me vuelven a engañar... a no ser que consiga la misteriosa y mágica pulsera negra.

   Con cariño: Mercedes

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Corazón, corazón

   Ayer estuve en el médico con mi madre, nada grave, sólo una consulta rutinaria. El caso es que en la sala de espera había una enorme televisión en la que no estaba el canal Noticias 24 horas como es habitual en estos sitios, no, lo que estaba era Tele 5 con el Sálvame... en algo se tiene que diferenciar la sanidad privada de la pública.

   Yo cogí una revista de moda que había por ahí, de esas que tienen el tamaño del apéndice de una enciclopedia, que tú te preguntas cuánto pueden tener que contar los de las tendencias y los cotilleos famosiles (sé que no existe pero me gusta inventar palabras... problem?). 

   El caso es que me encuentro, de repente, bombardeada por información y personajes cuya existencia desconocía por completo... y sigo sin tener muy claro quienes son muchos de ellos. Alternando entre la tele y la revista, deduzco por los titulares que a Julián Contreras Jr., hijo de la difunta Carmina Ordóñez, le va fatal en el restaurante que ha montado, que sus medio hermanos pasan de él y que ha intentado suicidarse... y todo ésto lo cuenta en la tele... supongo que estará directamente relacionado con lo de los apuros económicos. Miro para abajo, a ver qué se ha llevado este verano sin yo saberlo (porque no hay manera de que las revistas sean, ya no de la semana, sino del trimestre), veo que lo que está de moda es ser una divorciada rica y marcharte sola a alguna playa paradisiaca... fuera de mi alcance por diversos motivos. Vuelvo a mirar para arriba: María Patiño, a la que me cuesta reconocer por la cantidad de colágeno que se ha apretado en los carrillos, Lidia Lozano, Kiko Hernández, Mila Ximénez y demás esbirros, debaten sobre la desgracia del pobre Juliancito como si debatieran sobre la paz en Oriente Medio, cariacontecidos y discutiendo cómo es posible que sus malvadísimos hermanos no le hayan dejado dinero (¿soy la única que se acuerda de que el padre está forrado?), se preguntan cómo porras se ha pulido la herencia de la madre y los millones de las exclusivas, tal vez ellos mismos se respondieran pero no puedo soportarlo y vuelvo a mirar para abajo. En la revista, después de decenas de páginas recomendándome prendas y complementos que no bajan de las tres cifras (en serio, ¿para quién escriben?), me leo un reportaje de una trol de internet... y por fin me entero de que demonios es eso de trolear, que no lo sabía, resumo: una tipa que es rechazada en diversas entrevistas de trabajo, se dedica a insultar y ridiculizar desde el anonimato a los candidatos que sí consiguieron el puesto, como la cosa le gusta, no hay consecuencias y su vida sigue siendo una auténtica basura, se viene arriba y lo hace con famosos... ridiculizarlos, digo, los insulta y lo que la hace alcanzar el éxtasis es que la respondan, dice que lo dejará cuando le guste su vida... tenemos trol para rato, me temo. 
Alzo los ojillos a la tele y, ¡oh, sorpresa!, ocupa la pantalla una chica negra que me es totalmente desconocida pero que habla con más mala leche que las garrapatas, luego sabría que es una amante (o ex amante, ni idea) de Amador Mohedano... que hace falta tener estómago; en el plató está la ex mujer de Mohedano, la dignidad desborda ese plató. 

   Mi fe en el ser humano merma por momentos, no sé si seguir con la revista para millonarias divorciadas o si fijar la vista en el plató de la vergüenza, el caso es que echo un vistazo a la sala y descubro con sorpresa que una señora de mediana edad y bastante buena pinta, está mirando la tele tan embelesada que apenas se apoya en el asiento de lo tensa que está. Por fin se escucha el nombre de mi madre, ¡qué espera tan larga! o al menos a mí me lo ha parecido. Hasta la visión de esas reproducciones en plástico de partes del cuerpo humano descoyuntadas que adornan la consulta del médico me parece más agradable que la vena hinchada de la Patiño en primer plano.

   Lo más chocante de todo esto es que ambos productos son consumidos y muchísimo. No critico la prensa del corazón, es más, disfruto de los buenos cotilleos pero de forma sana: estos dos están liados, estos se han divorciado, esta se ha operado la nariz, este ha echado tripa... lo de tomarse tan en serio como si les fuese la vida en ello, me parece absolutamente surrealista, por parte de los periodistas profesionales y de los consumidores; también me parece, cuanto menos, indignante que en los tiempos que corren nos sugieran que compremos ropa de tres cifras o más... no sé, a lo mejor me lo tomo muy a la tremenda, al fin y al cabo sólo es entretenimiento, un poco retorcido para mi gusto, pero entretenimiento. No nos quejemos de que en España, licenciados e ingenieros estemos en paro o con trabajos basura que desaprovechan nuestra capacidad, mientras que chusma como la Chabelita, Kiko Ribera o los últimos que se han cepillado a algún tronista (¿alguien sabe lo que es eso? porque ahora todos los adolescentes quieren serlo) ganen miles de euros al mes, mas las exclusivas periódicas, sin saber hacer la o con un canuto ni apenas hablar, ¡¡pero si los consumimos!! ¿cómo no van a pagarles?... y me decían mis padres que sin estudios no sería nada en la vida, ¡ilusos!.

   No es mi intención juzgar a nadie a través de sus gustos o aficiones, a mí no me gusta que lo hagan conmigo, sólo se trata de compartir la sensación de tremendo estupor que me invadió al hallarme en un entorno hostil y desconocido para mí... pero lo que remató la tarde fue el anuncio de la edición 15 de Gran Hermano....... ¿¿¡¡15 años ya!!?? vamooooos....

   Bueno, yo me voy a sacarme los ojos, a leer a Tolstoi o a hacer meditación tibetana, no sé, lo que sea con tal de sacar de mi memoria la imagen de Belén Esteban merendando en directo a doble carrillo y tratando de decir algo a la altura del programa... no debió costarle demasiado.

   Con cariño: Mercedes

jueves, 11 de septiembre de 2014

Turistas y otros animales 2

   Esta nueva anécdota proporcionada generosamente por una turista argentina, ocurrió cuando trabajaba en el hotel, allá por los tiempos de Carolo. Mi madre siempre acaba llorando de la risa cuando la cuento pero he de reconocer que tiene mucha más gracia cuando se escucha, sobre todo con lo exagerada que soy yo, aunque haré el esfuerzo de que quede tan graciosa como fue (probablemente a la protagonista no le hizo tanta gracia).

   Como ya he mencionado antes, la protagonista es una señora argentina de unos sesenta años que viajaba con su sobrino de veintitantos y con su madre, tan amojamada que parecía la momia de Seti, la pobre señora. Venían la señora y su madre a casa de la hermana de ella, madre del chico, que vivía en Valencia o un pueblo de la provincia, y el chico las había ido a recoger a Madrid y, ya de paso, a hacer un poco de turismo por estas tierras de nuestra bella España. Una de las paradas fue Toledo. 

   Durmieron una noche en el hotel y, al día siguiente, recogieron sus maletas y las bajaron a recepción, el chico se fue al parking a sacar el coche y traerlo a la puerta del hotel para recoger las maletas y a la abuela que, la verdad, para muchos trotes no estaba. Mientras llegaba el chico, la señora en cuestión se llevó a la mamá un rato a la plaza de Zocodover para que tomara el aire mientras llegaba el sobrino y cargaban el equipaje. Conviene que en este momento explique que estábamos en pleno verano rabioso de Toledo, que era media mañana y que las sombras en la plaza de Zocodover son bastante escasas. 

   La señora se deja a la madre en la plaza y se viene a esperar al sobrino, el tiempo empieza a pasar y el sobrino no viene, yo empecé a pensar que el garaje donde había aparcado igual estaba en Burgos porque ya llevaba fuera más de media hora y el parking no queda a más de diez minutos; le sugerí a la señora que se fuese a traer a la madre, que hacía mucho calor, y ella empeñada en que no hacía falta, que la había dejado en una sombra (no me atreví a decirle que, igual en Argentina no, pero que aquí el sol tenía la curiosa manía de moverse). Pasada otra media hora, la señora ya se empieza a poner nerviosa y decide ir a por su madre, vuelve en cuestión de dos minutos sudando y sofocada y grita desde la puerta: "¡¡MI MAMÁ NO ESTÁ!!". Me explica que en el lugar donde había dejado a su madre sentada pegaba un sol tremendo y que ella no estaba en ninguna parte, además no puede andar sola y no es posible que se hubiera ido a dar una vuelta, la vi tan apurada que me callé lo que estaba pensando pero me daban ganas de decirle: "¿Se ha fijado usted si, donde estaba su madre, ahora hay un charquito?" me dolió pero me lo callé.

   Allí venga a pasar tiempo y no aparece nadie, la buena mujer cada vez más nerviosa porque no sabe dónde se podía haber metido su madre, yo le decía que igual el sobrino había pasado por allí y se la había llevado pero no se quedaba contenta, para ella tenía que haber al menos un muerto de manera trágica en la historia. Aprovecho este momento para decir que el sobrino se había dejado el cargador del móvil en su casa de manera que tenía el móvil sin batería y no se podía contactar con él.

   Pues bien, después de bastante rato más, la mujer me pide que le deje llamar a su hermana a Valencia, "pero ¿para qué?", "para contárselo a mi hermana", "pero mujer, ¿para qué va usted a preocuparla si todavía no sabe si ha pasado algo? además desde allí ella no puede hacer nada". Pues no hubo manera, tuve que marcarle y la señora se pone a contarle a su hermana que su madre y su hijo están desaparecidos desde hace más de una hora, imagino que ella le preguntaría después de escuchar el relato (pelín absurdo e inconexo) que qué podía hacer ella desde allí, a lo que la mujer colgó bastante frustrada y con la promesa de volver a llamar cuando se resolviera la historia. Yo ya veía que a la mujer le iba a dar un ataque, se estaba subiendo por las paredes, cuando de pronto entra por la puerta el sobrino y dice que, pasando por Zocodover, vio que la abuela estaba sentada a pleno sol y la recogió en el coche... lo que no me quedó claro, y a la tía tampoco pese a que insistió mucho en la pregunta, es por qué demonios tardó casi hora y media en una maniobra que la inmensa totalidad de los seres humanos que la han hecho antes tardan no más de 15 minutos; algo debía de ocultar porque no se explicó en absoluto. Y después de todo eso, la señora se iba sin llamar a su hermana para decirle que su madre y su hijo estaban vivos y en perfecto estado de salud, se lo tuve que recordar yo.

   Cuando se marcharon por fin, no podía parar de reír e hice lo más lógico que podía hacer y que suelo hacer en este tipo de situaciones: llamé a mi madre y se lo conté con pelos y señales... podía oírla llorar de la risa a través del teléfono.

   Con cariño: Mercedes

martes, 9 de septiembre de 2014

Las vívoras

   Queridos amigos: antes de nada, disculpas por mi silencio de estos días, he tenido invitada en casa y me ha sido imposible concentrarme para escribir nada, aunque sabe Dios que lo he intentado.

   El caso es que, el hecho de no haber escrito no quiere decir que no haya pensado, lo he hecho y muchísimo (insertar aquí chiste fácil del tipo: "Ah, ¿pero tú piensas?", jijí, jajá... francamente, me decepcionas). He pensado en la naturaleza humana (ahí es nada), en lo parecidos que somos a los animalitos esos que salen en los documentales de la 2, pero no de manera literal... a ver si soy capaz de explicarme: en el fondo el ser humano, como animal que es, racional pero animal al fin y al cabo, tiene comportamientos que se pueden encontrar en otras especies de animales de los que llamamos irracionales (aunque no sé yo si estos adjetivos están bien adjudicados), por ejemplo, en estos días de observación y estudio antropológico-social, he identificado a especies tan variopintas y cercanas a nosotros como las zorras, los lobos con piel de cordero, las babosas, las moscas coj... (me propuse firmemente no poner tacos en este blog tan elegante), los pavos reales y unos cuantos más. Para ver a toda esta fauna tan variada no es necesario viajar a un exótico país tropical, ni siquiera al zoo, basta con mirar en nuestro entorno con los ojos bien abiertos. Pues bien, hoy me gustaría empezar mi estudio zoológico con una especie con la que he tenido amplio trato en muchas variantes pero que siempre acaba por comportarse igual: la vívora.

   La vívora es silenciosa, taimada, por lo general su apariencia es discreta y suele pasar desapercibida, no es honrada y directa como otras amables especies de serpientes letales que nos advierten de su peligrosidad con vivos y alarmantes colores; la vívora es traicionera y te hace creer que es inofensiva. Adquiere forma de compañero o compañera de trabajo (o cualquier otra actividad) más bien simple, apocado, de los que con su expresión de permanente apuro te hacen creer que en cualquier momento la situación les va a superar y se van a echar a llorar, te apetece abrazarlos y decirles que no se preocupen, que ya estás tú ahí para ayudar... es entonces cuando te pegan el bocado. 

   Pero la vívora no muerde nunca de frente, ni siquiera de una sola vez. La vívora va introduciendo su veneno despacito y siempre por la espalda; uno de las características más curiosas de la vívora es que puede llegar a envenenar a su víctima sin morderla a ella directamente, sino mordiendo a otros inocentes animalitos que pasaban por allí y que no pintaban absolutamente nada en el tema. Es un depredador minucioso, paciente y, cuando se ve descubierto en su proceso de envenenamiento, ataca ferozmente y a grito pelado, aunque al final siempre consigue que sea la inocente gacela la que, completamente fuera de sus casillas, se aguante las ganas de darle una coz en toda la jeta a la vívora a base de gritarle lo imbécil que es; el problema es que, llegados a este punto, la gacela no se da cuenta de que está gritando delante de un montón de gente, que la vívora ha bajado el tono de voz y que, con su cara de víctima habitual, está diciendo al asombrado público: "sois testigos, me está gritando". 

   Por si ha dado la funesta casualidad de que los animales de la jungla que presenciaron la encarnizada lucha son una facción discreta y sin ganas de movidas, la vívora se encargará el siguiente día laboral de encontrar al león, que es el que manda, y con su habitual gesto compungido y angustiado, relatarle una versión corregida y aumentada de la discusión en la que la diabólica gacela a punto estuvo de acabar con su vida violentamente y la ha dejado al borde de la depresión.

   Llegados a este punto, la vívora ha cumplido y puede retirarse a esperar que su veneno surta efecto, ha sido repartido por varios frentes y en alguno tiene que calar.

   Querida vívora, como los consejos son gratis aquí tienes uno, haz con él lo que quieras: a los liantes se les acaba por ver el plumero y, cuando no tengas a quién inyectar tu veneno porque todos se alejan de tí apenas te ven aparecer, acabarás por tragártelo tú solita y no te va a gustar a qué sabe. Mientras tanto, tú misma.

   Con cariño. Mercedes

   P. D.: No me ha pasado a mí... pero lo he presenciado. Hasta aquí puedo leer. ¡¡Y cuidadito con las vívoras!!

jueves, 4 de septiembre de 2014

Turistas y otros animales

Alguno de los comentarios más celebrados de mi perfil en Facebook son las anécdotas laborales que con gran humor y mala leche refiero periódicamente. Mis amigos me comentáis que soy increíble e incluso en alguna ocasión me habéis llegado a preguntar si me las invento porque os cuesta creer que sea cierto. Pero no queridos amigos, ¡qué más quisiera yo que tener tanta imaginación! y sobre todo, que el ser humano no diera tanto de sí como da a veces.

Respecto a lo de que soy genial, no es mi intención discutirlo, pero ya he comentado que el mérito no es mío, es la gente la que me proporciona tan jugosas e inverosímiles anécdotas, yo sólo soy observadora y le aplico a todo mi filtro de fina ironía. El resto se lo tenéis que agradecer a la siempre sorprendente y en ocasiones decepcionante especie humana.

Para abrir boca, algunas rápidas preguntas absurdas y observaciones estúpidas, todas ellas realizadas por turistas reales, nacionales e internacionales:

-Discúlpeme, ¿dónde queda Alcatraz?. La última vez que lo comprobé estaba en San Francisco, EEUU. Luego descubrimos que se refería al Alcázar.

-¿Cómo podía saber el Greco cómo eran los Apóstoles exactamente para retratarlos?

-En una sala en que no hay ni un sólo cuadro pintado por el Greco y que, además, lo pone en la pared en letras enormes, una señora comentó a los amigos con los que iba: en esta sala es donde se puede ver la evolución pictórica del Greco.

-En el museo del ejército ¿hay buques?... sí señora, y una reproducción del Titanic a tamaño real atravesada en el patio, no te digo.

-En la galería de mujeres del museo sefardí (sinagoga del tránsito) que es el final de la visita, es frecuente que la gente pregunte dónde queda la sinagoga, por la que se supone que llevan paseando un cuarto de hora como mínimo.

-En la galería de mujeres de la sinagoga del tránsito, un señor se giró hacia mí muy malhumorado y me preguntó ¿se puede saber dónde están los Grecos? a lo que, con la mejor de mis sonrisas respondí ¿ha probado en el museo del Greco?.... pero entonces ¿dónde estoy?.

-Disculpe señorita ¿por qué el Greco no pintaba mujeres?. Sí pintaba mujeres. Es que sólo hay pintados hombres. Está usted mirando el apostolado, los Apóstoles sólo eran hombres. ¡Aaaah! va a ser eso.

-¿Cuánto vale la entrada? 2'50€... ¡Halaaa, qué caro! prefiero gastármelo en cañas.

Esto es así, un poquito a bote pronto. Prometo más entregas. Gracias por leerme.

Con cariño: Mercedes

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Romántico o acosador?

Anoche, viendo el club de la comedia, la monologuista hizo un comentario que yo hacía bastante tiempo que había pensado, de hecho alguna de mis amigas me habrá escuchado hacer la reflexión... aunque, por supuesto, lo ha tomado como un chiste cuando lo digo completamente en serio.

La cuestión es la siguiente: estamos empachadas de comedias románticas súper inverosímiles y deseamos que a nosotras nos pase lo mismo que a las protagonistas, que todo surja de manera tan deliciosamente espontánea y si me apuras, que suene la banda sonora empalagosa mientras llueve en el crepúsculo de un dorado otoño en Central Park al tiempo que Bradley Cooper te declara su amor y te besa apasionadamente. Pero no va a pasar, cuanto antes nos mentalicemos, mejor. Sin embargo, eso está grabado a fuego en nuestro interior y nunca perdemos del todo la esperanza de que, aunque el tío en cuestión no sea Bradley Cooper, podremos vivir algo parecido alguna vez.

No obstante, hay algo en las comedias románticas que es determinante: que el tío está buenísimo. A ver si me explico. Si Bradley Cooper o cualquier otro(insertar aquí a nuestro más oscuro objeto de deseo) se choca contra nosotras a la salida del súper y, tras quedarse embelesado mirando nuestro rostro de contrariedad, se dedica a hacerse el encontradizo con nosotras, investiga sobre nuestros gustos y nuestra vida para poder comprendernos y que nos fijemos en él, si nos manda ramos con nuestras flores favoritas, nos regala el cuento que leíamos en nuestra infancia y a altas horas de la madrugada nos manda mensajitos diciendo que está pensando en nosotras, eso es la caña de romántico. Pero ahora imaginaros la misma situación con Jack Nicholson como protagonista, ¿a que la cosa cambia? es que la banda sonora deja de ser de violines y se convierte en la de El Exorcista.

Lo que con un hombre que nos gusta es algo increíblemente romántico, con otro que no nos gusta nada se transforma en una pesadilla. El bohemio romántico se convierte en un psicópata. ¿O hay algo que nos agobie más que recibir insistentes whatsapp a deshora (y a horas normales también) por parte de un tío que no nos gusta y al que se le ven las intenciones? pasa de sernos más o menos indiferente a resultar cargante y generarnos sensación de verdadero acoso, yo llegué a cambiar el sonido de aviso de los whatsapp porque ya lo asociaba con el indivíduo en cuestión y me generaba ansiedad escucharlo (esto es verdad). Pero como los mensajitos nos los mande un tío buenísimo y que nos guste... no nos separamos del móvil ni para ducharnos.

¿Cual es la conclusión de todo ésto? que la diferencia entre un hombre romántico y un acosador la marca el hecho de que a nosotras nos guste o no. Como dice el refrán: todo depende del color del cristal con que se mire.

Pues hala chicas, a pensar, y chicos... pensadlo también.

Con cariño: Mercedes