Páginas

martes, 16 de diciembre de 2014

El bajón

   Bajón: dícese del estado anímico que se caracteriza por una tristeza profunda y sin motivo, por un hastío vital, una sensación de que todo va mal y nunca va a mejorar y un enfado general con la vida que provoca llanto irreprimible de ese con hipos y todo, pocas ganas o ninguna de hacer nada en absoluto, más mala leche que un cojo y unas ganas de matar en general que más vale que nadie se acerque a "intentar" consolarnos si en algo aprecia su vida.

   Y es que he estado de bajón, muy de bajón.... muchísimo, hacía tiempo que no tenía un auténtico bajón de los de libro, pero así es. Una puede estar satisfecha con su vida en general, tener cubiertas todas las necesidades básicas (hoy día eso ya es mucho decir), tener familia, amigos, actividades con las que disfrutar... pero eso se diluye con la llegada del bajón como se diluye una aspirina efervescente en una piscina olímpica: no tengo a nadie que me comprenda, estoy muy solita, no tengo trabajo, y encima me siento gorda y fea porque últimamente no me he echado la mascarilla del pelo y tengo los rizos que parezco una escoba espeluchá.

   El bajón es absolutamente irracional, de hecho yo creo que es también estacional, como la gripe, porque abunda en los cambios de estación, especialmente en el otoño, se ve que además de las hojas, también los ánimos e ilusiones se caen al suelo con la llegada del otoño. Cuando estás un poco baja de defensas, acecha y se va incubando unos días con pequeños detallitos amargos: que si me he pasado de la ralla y estoy engordando, que si vaya montón de puntos negros en la nariz, que si me he atascado en el estudio del inglés y no me centro ni a la fuerza, que si el tío que tonteaba conmigo ahora tontea con otra, que si se me va a acabar el paro y, por mucho que Rajoy se empeñe, yo no veo que esto mejore, que si fue, que si vino, que si.......... Y todas estas cosas, nimias, absurdas y casi anecdóticas por separado, no tendrían ningún efecto en el ánimo de una en condiciones normales, pero el bajón, astuto él, las va acumulando y macerando en barrica para que, en el momento que te pones a buscar un papel en el inmenso desorden (presuntamente desorden-ordenado) de tu despacho y no lo encuentras, sea la gota que colme el vaso y éste se desborde en forma de torrente de lágrimas desconsoladas y se alimente de forma voraz de cada mal recuerdo desde que echaste el primer diente hasta ese preciso momento.


   Una característica del bajón es que, igual que los resfriados, no tiene cura, hay que dejar que se pasen solos. Está absolutamente contraindicado que venga ningún alma candorosa a ofrecernos su hombro para llorar, y mucho menos a animarnos haciéndonos ver que tenemos muchos motivos para ser felices y que estamos mal por una tontería. Vamos a ver, ¿¡es que ni lamentarse sin sentido la dejan a una!?... y ya lo peor de lo peor, es cuando alguien te pide que le expliques el por qué del bajón, ¿¿cómo que por qué?? pues porque sí, ¡porque me da la gana enfadarme con el mundo!, ¿¿¡¡tan difícil es de entender!!??. Acudir al consuelo de una persona de bajón que no nos lo ha solicitado y tratar de animarla usando la razón, es tan sensato como darle besitos en una herida abierta a un enfermo de ébola para que se cure pronto... potencialmente mortal.

   Seguro que, si hay hombres leyendo, estarán ya pensando en la muy machista teoría de que el periodo tiene bastante que ver en estos estados de ánimo extremos, porque no somos más que un puñado de hormonas revolucionadas una vez al mes, ¿¡pues sabéis qué os digo!?............... que algo de razón tenéis. Porque las mujeres tenemos un mundo interior muy amplio y rico, tenemos unos sentimientos siempre a flor de piel, somos sacrificadas, compasivas, multitarea... pero nuestro estado de ánimo gira en torno a nuestros ovarios, por mucho que me fastidie reconocerlo; la vida de una mujer se centra en tres grandes periodos cíclicos: el pre, el durante y el pos.


   El bajón, igual que viene se va, no hay que hacer nada en particular, no tiene sentido forzarlo ni tratar de hacer que no pasa nada: si estás de bajón, estás de bajón ¡y punto!, lo mismo que no puedes evitar que venga porque es irracional, lo mismo que no puedes elegir cuándo te enamoras. 

   Yo ya he superado mi bajón... bueno, estoy en plena recuperación, todavía veo las cosas un poco gris marengo, pero la cosa va para arriba, como con el resfriado: zumito de naranja y una peli ñoña con la mantita de cuadros, ¡eso resucita a un muerto!.

   Con cariño: Mercedes

No hay comentarios:

Publicar un comentario