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sábado, 3 de enero de 2015

Flz Nvdad :D

   Estamos en mi época favorita del año. Vivo estas fechas con la ilusión y alegría de una niña que ve transformarse todo a su alrededor en una fantasía de luces, colores y espumillón; me siento henchida de un espíritu bondadoso, alegre y feliz, y mi felicidad aumenta sólo cuando percibo aun más felicidad a mi alrededor.......................... un momento................. ¿se nota el sarcasmo u os lo estáis creyendo de verdad?


   Bueno, alguna concesión hago en estas fechas, ¡tampoco soy el grinch!: adorno mi casa, pongo el belén y, de manera casi inconsciente, cuando me estoy duchando cambio la copla por villancicos de toda la vida... sí, copla, ¿qué pasa? cada uno canta en la ducha lo que quiere.

   La cuestión es que todos los años me hago el firme propósito de tomármelo con calma y disfrutar de las fiestas, y empiezo por alegrarme con algo parecido a la ilusión cuando veo que están colgando las luces en la calle, pero a medida que la cosa avanza me voy deshinchando y mi nivel de tolerancia hacia tanto topicazo y sobrecarga de felicidad y amor se va haciendo cada vez más limitado: el tal Papá Noel, Santa Claus o como os apetezca llamarle, me cae tan bien como una patada en las narices, y no se puede dar un paso sin ver seis o siete... y de los estúpidos duendecillos que trabajan para él en régimen de semiesclavitud, ni hablamos. La condenada Noche Vieja, única noche del año en que no hay que salir ni aunque me paguen por ello, después de las uvas ¡al sobre!, pasando de contar las experiencias que me han llevado a tan drástica decisión. El dineral que nos dejamos en regalos: que si los sobrinos, que si los tíos, que si los padres, que si el amigo invisible... que cuando las cosas están bien, pues vale, pero ¿y cuando vienen del revés y cuentas hasta los céntimos?... que se pone muchísimo en valor lo del regalo manufacturado, creo que este año se van a volver a llevar un montón los collares de macarrones, y si no, los pongo yo de moda. Los centros comerciales abarrotados que aquello parece la franja de Gaza más que la cola de Juguettos. Las películas navideñas chorras... ¿cómo lo digo suavemente?... me dan ganas de arrancarme los ojos y echarlos al cuenco de las uvas, que para mí las pelis navideñas que no hay que perderse son los clásicos de siempre, como ¡Qué bello es vivir!, Gremlins, Solo en CasaMujercitas, Lo que el viento se llevó y Los diez mandamientos... bueno, las últimas no es que tengan una temática muy navideña pero como todos los años las echan, ya no puedo prescindir de ellas; sin embargo te encuentras siempre con la misma película, a saber: chica (preferiblemente rubia y muy mona) conoce chico, chico enamora a chica, chico y chica se besan bajo el muérdago, malentendido hace que chico y chica se separen, chico y chica se reconcilian en Navidad y se quieren mucho... ponedle el título que queráis, todas son iguales... pero nos las tragamos enteritas por ser la fecha que es.


   Pero, por si esto no fuera ya bastante, hay algo que me da cien patadas en estas fechas: las condenadas felicitaciones de Navidad y Año Nuevo. Cuando había que molestarse en comprar un christma, pensar un mensaje, escribirlo a boli con letra clarita, meterlo en un sobre con la dirección correcta, pegarle un sello y echarlo al buzón, uno se aseguraba de mandarlos a quienes tenía que mandarlos, o sea, a gente muy próxima; pero ahora con el estúpido whatsapp... ¡¡que me han mandado felicitaciones gente que no conozco ni tengo en la agenda!! será que no tenemos tanta amistad como para molestarme en apuntar sus nombres en mi móvil, imagínate para molestarme en felicitarles el año. Sé que ahora mismo el 90% de quienes estáis leyendo esto os estáis dando por aludidos e incluso os estáis ofendiendo (si todavía no... seguid leyendo), pero si me conocéis aunque sea un poco, sabéis que el whatsapp me gusta más bien poco, lo mantengo por cuestiones prácticas, nada más, también sabéis que no me gusta recibir fotos, ni de chistes, ni de vosotros en vuestro finde, ni de vuestros hijos de cuyas caras no me voy a olvidar aunque dejéis de brearme con fotitos de ellos en las actitudes más cotidianas y menos interesantes imaginables; si esto es así todo el año ¿qué os hace pensar que me hará más ilusión que me mandéis la misma foto de todas las semanas pero con un marco de estrellas y bolas de Navidad? la voy a borrar a la misma velocidad que las demás. De los vídeos... no sé si hablar........ bueno, de perdidos al río: ¡¡¡que me repatean!!! si ya borro sin verlos la mayoría de los que recibo durante el año, ¿qué pensáis que puedo hacer con una presentación de paisajes nevados, frases cursis y música de violín? lo que es un milagro es que todavía no os haya mandado un sicario para devolveros la gentileza... y eso que no me meto en cuando los vídeos me los manda alguna amiga de mi madre para que se lo enseñe a ella (sí, sabes que me refiero a tí... aunque me alegro de que hayas aprendido que eso no se hace). El caso es que este año, menos en persona, me han felicitado de todas las maneras posibles.


   El problema es que con el maldito whatsapp no hay filtro, todo el que tenga tu teléfono te puede felicitar, aunque el resto del año no se preocupe de si vives o mueres o que a tí te importe un pimiento si él/ella vive o muere. Y hay gente muy cumplidita, demasiado diría yo, que no deja pasar uno de esos días señalados sin un mensajito o vídeo... pero ojo, no son originales, ¡¡son copia-pega!! y eso ya me termina de sacar de mis casillas. No voy a negar que, en alguna ocasión, yo también he reenviado algún mensaje... sí, yo también tengo un pasado, pero en serio, prefiero un rancio Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo, que alguien se ha molestado en escribir con sus deditos, a las parrafadas filosóficas que nadie termina de leerse porque son todas iguales y porque ya tenemos demasiado azúcar en el cuerpo con el exceso de turrón. Esas fotos y textos interminables que, está claro, has mandado a toda la agenda sin excepción... que los fotomontajes y los vídeos de vuestros niños felicitando la Navidad y el año son un tostón... ¡pero al menos conozco a los niños y los quiero! lo que no puedo resistir son los reenvíos indiscriminados de tontás....... ¡¡pena de cárcel ya!!


   Y algo que me termina de rematar: ¿por qué los mandáis a la hora de la cena-comida? no pregunto si es que vosotros no tenéis que prepararla porque ya imagino la respuesta pero ¿por qué estáis mandando un pitufo que canta La Marimorena en vez de charlar con vuestra familia y cenar tranquilamente? de verdad que cada vez os entiendo menos, muggles.

   Terminado aquí mi desahogo navideño, espero que nadie se haya ofendido más de lo necesario, no es jamás mi intención ofender, pero cada uno es como es y no creo que a nadie os pille de sorpresa que yo sea una gruñona. Sabéis que soy poco de mensajes y que prefiero hablar un ratito, aunque sea por teléfono, a veinte vídeos por whatsapp... pero os agradezco que penséis en mí.

   Pues eso, que Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo y que os traigan muchas cosas los Reyes Magos... Santa Claus, go home!!

   Con cariño: Mercedes

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